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El final del verano. 🌧🍃


Primeros soplos de aire fresco.

 Hay un momento, un breve instante justo al final del verano, en el que el aire parece contener el aliento para contarnos que los días estivales están llegando a su fin. Es un momento fugaz, apenas perceptible, que se siente en la piel. Un momento en el que sabemos que los días lluviosos amenazan con envolvernos de nuevo entre viejas memorias y nuevas nostalgias. Un momento en que la brisa fresca del atardecer nos susurra que nos esperan meses de recogimiento. Momentos en el que la vida parece dormirse en algún recóndito lugar para dejar paso a una retahíla infinita de tonos grises y fríos que nos encogen por dentro. Nuestro resplandeciente astro dorado se desvanece lentamente, sutilmente, llevándose con él algo de nosotros, como ese sentimiento de libertad que nos dan las horas extras de sol.

El final del verano, pues, es un duelo silencioso, sin lágrimas ni crueles despedidas, pero ahí está cuando recoges todo tu mundo veraniego en el fondo del armario, cuando te das cuenta de que cada vez los días son más cortos y las sombras más largas. Cuando el silencio comienza a inundarlo todo con su pesado manto. Cuando las terrazas se vacían, las risas se apagan y el buen humor se extingue. Cuando las vacaciones se acaban, dejando paso a las prisas, la ansiedad y el estrés. Porque el verano amigo lector, es mucho más que una bonita estación, es un modo de vida diferente al de otras estaciones del año. Es exprimir al límite cada momento, es atreverte a hacer cosas que nunca habías pensado hacer, a visitar lugares que nunca habías pensado visitar. Es vivir a tope, soñar al máximo, reír como nunca, disfrutar cada día de cada emoción, de cada espectáculo que la naturaleza nos ofrece…

El campo de Navatejera. Septiembre 2025.

Cierra los ojos y respira hondo. La brisa ya no es tan cálida ni los colores del campo son los mismos. Es la primera señal de la despedida, es el verano comenzando a desplegar sus alas para alcanzar el vuelo mientras te susurra al oído que no lo olvides, que guardes todos los buenos momentos que te regaló dentro de ti hasta el próximo año que volváis a encontraros, que recuerdes las risas, el calor y los colores de la naturaleza. Que guardes en tu memoria todas esas promesas que hiciste bajo la sombra protectora de algún árbol, para que el invierno, ese que ya se intuye en la lontananza, sea un poco más llevadero, porque el verano amigo lector no muere, solo se duerme esperando un nuevo renacer esperando ese día en que todo comience a despertar nuevamente.

Solo me queda despedirme de ti y decirte con algo de añoranza, hasta pronto querido verano, hasta que volvamos a abrazarnos de nuevo. Te echaré de menos cada día; echaré de menos tus largos y luminosos días, los calmados paseos al atardecer por el campo, el calor de tu sol sobre mi piel, la alegría que parece iluminar los rostros de la gente, el frescor de la hierba bajo mis pies, la fragancia de las flores, la explosión de colores y la intensa vegetación que inunda el campo. Echaré de menos las verdes hojas de los árboles, tu cielo azul inmenso, tu luz, tu color, tu magia, tu alegría… Echaré de menos todo lo que eres, todo lo que me has permitido vivir en el trascurso de tu efímero paso por mi vida.

Campo de Navatejera. Final del verano, septiembre 2025.

 


Los beneficios del campo para la salud.

La Fontanilla de Navatejera. Un lugar para descansar después de un paseo por el campo.

 En agosto, el sol parece detenerse en el cielo para contemplarnos y la naturaleza se convierte en un refugio, un espejo que refleja quienes somos realmente, más allá de la ciudad, del ruido y de las prisas. En estos días cálidos de verano, cuando el aire huele a flores silvestres, tenemos la oportunidad de reconectar, de dejar que la vida fluya a través de nosotros como fluye el agua que sale de la fuente.

Hay algo sanador cuando sales al campo y el sol del atardecer acaricia tu rostro como un amigo al que no has visto en mucho tiempo. Hay algo sanador en tumbarte en un prado mirando las nubes deslizarse perezosas, mientras el zumbido de un insecto cercano te recuerda que la vida, en su simplicidad, es un milagro. Hay algo renovador sentarse junto a una fuente de agua clara y dejar que tus recuerdos fluyan como el agua que sale de ella. Hay algo beneficioso en estas experiencias tan propias del verano y que no encontramos en los meses fríos, cuando todo lo que nos rodea se recoge en sí mismo.

Vivimos en una sociedad que nos aleja cada vez más de lo esencial, que nos enreda en pantallas y horarios, en listas interminables de tareas, en agobios y prisas. Pero cuando caminamos por un sendero, cuando observamos cómo la brisa mece las flores silvestres que inundan de colores el campo, o cuando contemplamos el vuelo de un ave rapaz surcando los cielos, algo en nosotros se aquieta. La naturaleza nos enseña a pausar, a escuchar, a observar, a sentir… Nos recuerda que no necesitamos correr para llegar a ninguna parte, porque ya estamos en el único lugar que importa.

Un paseo por el campo en verano.

La naturaleza, en su inmensa bondad, tiene el poder de sanar. Cuando nos sentimos tristes, agotados o perdidos, ella nos acoge sin preguntarnos quién somos ni de donde venimos. Un paseo por el campo puede calmar la ansiedad que no conseguimos dejar en la ciudad. El sonido del viento entre los árboles puede disolver la tristeza que se aferra al pecho. El simple acto de observar una flor que cambia cada día, nos recuerda que la vida siempre encuentra la manera de seguir adelante.

Esta medicina que nos proporciona el campo no se vende en las farmacias, sin embargo, está al alcance de todos. Basta con sentarnos a la sombra de un árbol y dejar que el mundo natural nos envuelva. Disfruta, como yo de estos momentos, de estos regalos que el campo nos ofrece, si es posible antes de que la naturaleza guarde silencio durante el frío invierno.

Este verano y sobre todo el próximo otoño, te invito a salir, a que conozcas “La Fontanilla” de Navatejera, por ejemplo. No hace falta un plan perfecto, solo abre la puerta de tu casa, respira hondo y déjate llevar. Tal vez sea solo un paseo al amanecer, con el canto de los pájaros como único compañero. Tal vez sea un paseo al atardecer, para luego sentarse en el banco a los pies de la fuente y dejar que las nubes te cuenten historias, o si lo prefieres dejarte llevar por una buena lectura.

La naturaleza está ahí, esperándote con los brazos abiertos. Y en su abrazo encontrarás la paz, encontrarás un pedazo de ti que tal vez habías olvidado.

Hermosa vista desde el banco de “La Fontanilla” de Navatejera.


Paseos de verano por el campo de Navatejera. 🌞

Un paseo por el campo de Navatejera en verano es como una caricia que te hace sentir vivo. Es un lienzo vibrante, pintado de intensos y brillantes colores que despiertan el alma: el dorado del sol que se derrama al atardecer sobre los campos de cereales, el azul profundo del cielo al mediodía, los colores vibrantes de las plantas que bailan al compás del viento…

Cada fragancia, cada roce de calor, constituye una invitación a visitar el campo, a sumergir los pies en la hierba fresca del prado bajo la sombra de un árbol, a cerrar los ojos y permitir que el mundo se desplace a través de los sentidos: a percibir el aroma de las plantas, el canto de los pájaros, ese coro incesante que vibra en el aire, libre y salvaje, a respirar el aire puro y fresco de la montaña… 

Respira hondo, deja que esos olores y otros muchos se aferren en el ahora, deja que te recuerden, que tu corazón aún palpita, que este instante es tuyo y de nadie más.

Flores silvestres. Navatejera, verano 2025.

 
El campo de Navatejera en verano, tiene un perfume que no se olvida tan fácilmente, una fragancia que se cuela en lo más profundo de la memoria y allí se queda aguardando como un tesoro para cuando los días se tornen fríos y oscuros. Ese aroma de los pinos, mezclado con la fragancia del tomillo y el romero, es un recordatorio de que la vida del campo, en su esencia, es fluir, es cambio constante.

El calor del verano no es solo una sensación, es un compañero que se posa sobre los hombros como una manta ligera de algodón, te envuelve y te ralentiza, a veces pesa algo, sí, pero también enseña. Ese calor te pide pausa, te susurra, que no corras, que descanses, que refresques tu garganta con el agua clara de la fuente, que mires el cielo, tan azul que parece infinito, tan vasto que disuelve las preocupaciones en su inmensidad. Mira las flores silvestres que se alzan valientes bajo el sol abrasador, como si dijeran: “aquí estamos, brillando a pesar de todo”. Ese calor, esa luz, son un espejo de nuestra propia resiliencia. Cuando sientas que el invierno te enfría el alma, recuerda ese calor, esa chispa que llevas dentro, y deja que te abrigue.

La fuente de agua clara.

Estas pequeñas cosas, tan simples, pero profundas, son un refugio donde las preocupaciones se diluyen y solo queda la certeza de que estás vivo, respirando, sintiendo… Prueba a dar un paseo por el campo en verano, nada pierdes, pero todo cambia si dejas que resuenen en lo más profundo de tu ser. Así que vive esta hermosa estación con los ojos bien abiertos y el corazón dispuesto para sentirlo todo. Deja que el azul del cielo te envuelva, que los colores de las plantas te fascinen, que los olores te llenen. Toca la corteza rugosa de un pino centenario, siente su historia bajo tus dedos, y cuando el frío llegue, cuando los días se acorten, recuerda esos paseos de verano.

La centenera, bajo la inmensidad de un cielo azul celeste. Navatejera, verano 2025.

"¡Buen pan hay!, ¡buen pan hay!"...


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Pas— pa- llás, pas— pa- llás…

Un paseo por el campo de Navatejera en julio para ver animales es casi como un recorrido a ciegas. Con el oído percibimos la presencia de las aves, los anfibios y los insectos, pero todos ellos, y no digamos los conejos y las liebres, tienen una frustrante resistencia a dejarse ver, y eso es precisamente lo que sucede durante los primeros días de julio, vemos el paisaje y escuchamos la actividad de la fauna, pero nada más.

Los campos de centeno y trigo, el monte de hayas y robles, y los pinos centenarios, suenan al caer de una tarde de verano. En el suelo, entre los tallos espigados del cereal, entre las gramíneas, no se ve a nadie, pero por ahí ajea alguna perdiz, rebullen los grillos, las abejas y los saltamontes. En las copas de los árboles, ahora frondosos, cantan invisibles abubillas, trigueros y currucas, entre otra gente emplumada.

Hacia poniente, la luz de la tarde es rojiza y cálida, tanto que los pinos parecen teñidos de rojo y las nubes, a contraluz, parecen tintadas. Pero si giramos la vista hacia el este, los colores del cielo son azules, fríos; como fría es la luz de la luna que asoma tras las montañas. Sin embargo, a medida que se apaga la luz, el paisaje sonoro recibe un nuevo impulso. Un cuco señala que es la hora del cambio de guardia, justo cuando los mochuelos llaman desde lo más profundo del pinar y los grillos redoblan sus esfuerzos por hacerse oír.

Entretanto, ocultas entre las hierbas altas de los regatos y en las centeneras, tanto a la luz caliente del sol de la tarde como bajo el halo de la luna, las codornices, las poquísimas que aún llegan para anidar en estas tierras, anuncian la buena cosecha de este año con su triple nota melódica— ¡buen pan hay!, ¡buen pan hay!, parecen querer decir—. Aquí y allá, indiferentes a los insecticidas que exterminan su comida o las máquinas cosechadoras que en unos días les segarán su mundo oculto. Las codornices cantan desde el centeno, “¡buen pan hay!” … 


“¡Buen pan hay!, ¡buen pan hay!” …

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 La hora del cambio 

El cuco señala la hora del cambio de guardia.
  

Cuidemos nuestro entorno natural.

Vertidos ilegales en el corazón mismo del campo de Navatejera.



Tomar nota, amigos, no todo lo que reluce en nuestro campo son rosas y claveles. Esto que podéis ver en el video es la firma del Homo sapiens sapiens, el llamado ser humano, el más inteligente de todos los seres que habitan este planeta, con su falta de respeto y consideración, no solo con la naturaleza, sino también con todos nosotros. Porque a nadie le gusta ver esta basura tirada en el suelo de su pueblo, en el corazón mismo del campo de Navatejera. Y para mayor escarnio, todos estos residuos repugnantes e indeseables, se hallan en un entorno natural mágico, rodeados de plantas silvestres, pinares centenarios, matas de robles y encinas plantadas por nuestros abuelos. ¡Qué vergüenza!

Estas atrocidades juega en decremento de nuestro pueblo y del magnífico panorama que ofrece su campo. Además, estas conductas incívicas produce un coste para las arcas municipales que pagamos todos con nuestros impuestos. Por eso, hoy más que nunca, hay que decir alto y claro, ¡Basta ya de arrojar basura a nuestro campo!

Según el consistorio municipal, se está trabajando de la mano del área del Seprona de la guardia Civil de León, intensificando los controles en las zonas más problemáticas como son los terrenos aledaños al cementerio Municipal, valle La Pardala y zonas próximas al polígono industrial. Desde el servicio de medioambiente y de este blog se solicita la colaboración ciudadana para denunciar estos vertidos ilegales y se recuerda que la ordenanza municipal recoge sanciones para los incumplidores.

El campo de Navatejera en agosto.

Una vista parcial del campo de Navatejera en agosto. Tierras de cereales recién cosechadas.


El campo de Navatejera en agosto.

Agosto es sinónimo de calor y bochorno, de días largos y cielos despejados, de sequedad y de muchas estridencias. Es el mes de los insectos terrestres, de chirridos y zumbidos. Solo hay que pasar un rato en alguno de los numerosos pinares que tiene Navatejera entre el estrépito de las chicharras, para comprender bien el sentido de la palabra “achicharrarse”.

En los jarales del monte de Navatejera y en los cerros cubiertos de tomillo y romero, entre las hojas pringosas de la vegetación, los insectos hacen su agosto. Un zumbido continuo emerge del suelo, son las abejas detrás de un botín que no pueden desaprovechar. Y mientras las abejas pecorean y recolectan polen y néctar, los abejarucos recolectan abejas para sus crías. Entre zumbidos de unos y silbidos de otros, una pega da la réplica con un penetrante cha - chac - chac, y desde la orilla de un regato de escorrentía, suena la melopea de un grillo de matorral.

Agosto es también tiempo de tormentas. En el cielo restallan tormentas sin agua, y el aire, igualmente seco, se carga de electricidad, y con ellas, pero también de la mano de algún irresponsable, llegarán los incendios forestales. Tal vez sea esta la verdadera canción del verano, una canción diabólica que siempre sigue los mismos pasos: crepitar del fuego, quejidos angustiosos de los árboles ardientes, voces de alarma y prisas, ruido de camiones y estruendo de hidroaviones de extinción volando a baja altura… Al final pasan las llamas y no queda nada, bueno, si queda algo, silencio en el aire y oscuridad en el suelo. Las dos caras de la misma moneda.

Pero incluso sin fuego, solamente con la calor de agosto, el campo suena a sequedad. Todo rechina aquí: chirrían las chicharras, zumban los abejorros, bordonean los moscardones, raspan las avispas, estridula una legión de saltamontes en las rastrojeras, restalla la hierba seca… Miremos, donde miremos, oigamos, donde oigamos, la canturria monótona de los insectos y el crujir de la vegetación al pisarla siempre está presente.

A tono con la temperatura, el campo está ahora recubierto de sonidos ásperos y resecos, de estridencias que arañan el oído y que transmiten la sensación de bochorno solo con oírlos. Solamente al anochecer, con la atmósfera algo más húmeda, los sonidos se amortiguan y las voces de los insectos parecen perder fuerza, salvo la llamada de los grillos que en la creciente oscuridad parecen aumentar. 

Con suerte, y si el cambio de clima lo permite, en este o en el próximo mes de septiembre, seguramente alguna tormenta descargará agua sobre unos pastos resecos de los que nacerá la primera hierba fresca en mucho tiempo.


Bandos de torcaces no dejan pasar la ocasión de llenar el buche con el grano esparcido por el suelo en una tierra de centeno recién cosechada.
 

Tierra de centeno recién cosechada con la paja aún por recoger. 

Rastrojeras en agosto.

El campo de Navatejera en junio-julio

 

Tierras de barbecho intercaladas con tierras de cereal recién cosechadas.

Avena recién cosechada. Julio 2024.

Tierra de centeno recién cosechada, julio 2024. Al fondo, tierras en su mayor parte de avena aun sin cosechar.

Campo de cereales, el bosque de perdices y codornices a punto de ser cosechados. Principios de julio. 

El Camino La Vallina de Navatejera en junio. Prácticamente oculto por la intensa proliferación de plantas silvestres, convirtiendo el camino en un mosaico de colores capaz de acallar la paleta del mejor pintor.

Otra vista del Camino La Vallina de Navatejera en junio.

El verano ya corre placentero por los campos de Navatejera, mecido por las hojas de los chopos que aún estornudan semillas blancas como copos de nieve.

Es difícil no sonreír mientras transitas por un camino repleto de flores blancas, amarillas, rosas y violetas, destacando entre todas ellas los delicados pétalos rojos de las amapolas y el púrpura de los cardos. Por si esto fuera poco, una brisa cálida trae consigo un aroma a tomillo y romero que embriaga los pulmones y ensancha el corazón de plácida alegría.

Por estas fechas la siega está próxima, y pocos animales sufren cambios tan drásticos como los habitantes de los sembrados tras el paso de las cosechadoras. En unos días, el bosque de las perdices y demás aves desaparecerá y el paisaje multicolor dará paso a un panorama agreste de pardos barbechos y amarillas rastrojeras. 

Las tierras de centeno y trigo, que ahora son un mundo espeso y cerrado, se convertirán de un día para otro en un espacio abierto y sin protección. Las codornices, perdices y demás aves que encontraron en estos cultivos un lugar seguro donde anidar, verán de súbito como sus nidos quedan expuestos a toda clase de peligros.

Sembrados en los campos de Navatejera, junio 2024.

Estas aves, que aún viven con el calendario antiguo, se acostumbraron a criar aquí cuando los cereales crecían más lentos y las labores de recolección empezaban más tarde, ahora sufren las prisas de los tiempos modernos. Estos cereales de crecimiento rápido y las cosechadoras modernas las han cogido desprevenidas, y han transformado sus vidas de la misma forma que un terremoto cambiaría la nuestra.

Pocos cambios hay en la naturaleza tan convulsa para los animales salvajes como la cosecha temprana de un campo de cereal. Las aves, sin previo aviso, son desahuciadas y vuelan lentas y remisas por los nidos que dejan atrás, y sin codornices, ni perdices, ni espigas, ni paja, el campo se queda triste.

Es el ciclo de la vida que el hombre sigue empeñado en jugar un destacado papel en el manejo del entorno.

Algunas plantas que crecen en junio y julio en los campos de Navatejera:


La botonera o “botón de oro”, también conocida como “tomillo botonero”.

La botonera es una planta muy resistente a la sequía. En el campo de Navatejera crece en lugares pedregosos, linderos de caminos, terrenos baldíos, desmontes y terraplenes. Florece en primavera y verano, y su floración es espectacular, ya que por cada tallo surge una flor de color amarillo.

El espliego silvestre.

El espliego silvestre crece en terrenos baldíos, lindes de sembrados y al lado de cunetas y caminos en forma de mata más o menos grande. Florece en primavera y verano con una corola azul violeta.

Aunque el espliego y lavanda pertenecen a una misma familia, tienen algunas diferencias. El espliego relaja la mente, o sea, es una planta relajante que además promueve la sensación de bienestar por sus compuestos químicos. Es eficaz como energizante contra el cansancio y decaimiento.

La centáurea.

La centáurea menor, también conocida en Navatejera como “hierba amarga”, crece en zonas secas y suelos pobres, al lado de caminos y claros del monte. Es una hierba de tallo erguido de hasta 50 centímetros con numerosas ramas. Florece en primavera y verano, y su flor de cinco pétalos de color rosado contiene concentraciones importantes de principios amargos, de ahí su nombre popular. 

Como casi todas las plantas amargas, se considera estimulante en las defensas naturales del organismo. En infusión, se utiliza para combatir la perdida de apetito. Muy útil también contra la alopecia, parásitos y la diarrea.

La hierba viborera o “lengua de vaca”, es una planta herbácea de un intenso color azul violeta. Crece en linderos, bordes de caminos y terrenos baldíos. Florece en los campos de Navatejera desde la primavera hasta pleno verano.

El cardón gigante en abril

El cardo gigante es una planta herbácea de hasta dos metros de altura. Crece al borde de caminos, barbechos y cultivos abandonados. La corola es de color violeta y comienza su floración en los campos de Navatejera en primavera, prolongándose durante el verano.

La margarita mayor o “margaritón”, es una planta herbácea de hasta un metro de altura, con una corola de pétalos blancos y centro amarillo. Florece en primavera y verano, formando corros más o menos grandes junto a caminos y carreteras.

Cardo borriquero.

¿Por qué el cardo borriquero tiene mala fama? ¿Por qué se dice de una persona que es un cardo borriquero cuando es gruñona, arisca y desagradable, incluso cuando es fea? ¿Es merecida la mala fama que tiene esta planta? Veamos:

El cardo borriquero es una planta que tradicionalmente ha resultado muy útil, tanto en medicina como complemento culinario. Se ha usado como estimulante, estomacal, antiséptico cutáneo, dermatitis, quemaduras, eczemas, heridas, llagas, entre otras aplicaciones medicinales. También ha tenido usos en la cocina. Los tallos tiernos se preparan en algunas zonas de nuestra provincia con espárragos, incluso las semillas proporcionan un aceite que se puede usar para cocinar. También las hojas peladas se cocinan como si fuera verdura y las raíces tiernas pueden hervirse y servirse con manteca, también el zumo fermentado de los tallos se usaba antaño para animar las fiestas y los carnavales. Además de todos esos usos, las semillas que produce son el alimento preferido de los jilgueros. Así que por muy mala imagen que tenga el cardo borriquero, al menos se le ha dado un uso medicinal y culinario, aparte de alimentar con sus semillas a muchas aves silvestres. ¿Es, pues, merecida su mala fama?

El cardo borriquero, también conocido en esta zona como “cardo burrero”, crece tanto en cultivos como en terrenos baldíos: cunetas, bordes de carreteras, lindes de caminos, escorrentías, etc. Florece de mayo a septiembre con una corola tubulosa de color rosa violáceo.

El Cardón.

El cardón, también conocido como “cardo de pastor”, es una planta herbácea que puede llegar alcanzar el metro y medio de altura, con un tallo espinoso, armado con aguijones. Las hojas verdes son dentadas y unidas en su base para recoger el agua de lluvia. Las flores de color rosa-lila aparecen en la cabeza espinosa con forma cónica y a cada espina o púa le corresponde una minúscula flor.

El cardón crece sobre suelos arcillosos, en cercanias de arroyos y torrenteras, prados frescos, etc. Las semillas que produce son un importante recurso alimenticio invernal para algunas aves, especialmente para los jilgueros.

El cardón, como casi todos los cardos, es diurético, sudorífico y depurativo. En tiempos pasados se utilizaron para cardar la lana. También se puede preparar infusiones con la raíz contra la artritis y maceradas con vino sirven para curar heridas.

El cardo de monte.

El cardo de monte, también conocido en Navatejera como “cardico de monte”, es una planta herbácea con hojas y ramas espinosas. Crece en sembrados, herbazales y lindes de caminos. Florece de mayo a agosto con flores de color amarillo. 

El cardico de monte es una planta comestible y muy sabrosa en guisos y ensaladas, incluso en sopas y revueltos. En medicina se utilizan las raíces como diuréticas (eliminación de agua) en insuficiencias renales. El látex que mana de la planta fresca se ha empleado para cuajar la leche. Asimismo, sus flores se han utilizado para adulterar el azafrán, de ahí su otro nombre popular “cardo azafranero”

Las semillas que produce El cardico de monte es una fuente importante de alimento para los jilgueros y otros pájaros, sobre todo en invierno, cuando otras plantas dejan de producir semillas.

El cardo amarillo

El cardo amarillo, también conocido como “el abrepuños”, es una planta herbácea de hasta 80 cm. de alta. Esta planta es endémica de la península ibérica, donde se distribuye por prácticamente todo el territorio. En Navatejera crece en lugares secos, terrenos pedregosos, bordes de caminos y carreteras, y en claros del monte entre matorral bajo.

El fruto de esta planta es una semilla blanquecina que se torna parda al madurar, muy apreciada por las aves, especialmente por los jilgueros.

El cardo amarillo florece y fructifica desde marzo-abril hasta octubre. En medicina se usa para úlceras estomacales, hemorroides y heridas diversas.


Las torcaces no desaprovechan la oportunidad de llenar el buche con el grano desperdigado por el suelo en las tierras recién cosechadas.

Una Bacopa en mi balcón. 🌺🪴

La bacopa una semana después de ser plantada, 18 de mayo 2024.

Este año he decidido plantar en la maceta que tengo en la terraza una bacopa. ¿Por qué esta planta? Pues porque es una planta de exterior muy bonita, con flores pequeñas, pero abundantes, capaz de alegrar cualquier rincón de una casa con una floración de color rosa y centro amarillo. Además, es una planta que al crecer resulta muy decorativa al dejar caer sus largos tallos floridos a modo de una maravillosa cascada.

Para los que tengáis macetas grandes, queda muy bonito combinando varios ejemplares de diferentes colores dentro de una misma maceta, por ejemplo: una blanca, otra rosa y otra azul. Si el clima viene cálido, esta planta puede florecer todo el año, aunque su momento álgido de floración se da en los meses de junio y julio.

Detalle de la flor.

La flor de la bacopa tiene cinco pétalos con un rosetón en el centro de color amarillo. El follaje está compuesto de pequeñas hojas acorazonadas de un color verde con el borde dentado.

Esta planta donde mejor se encuentra y donde más se potencia su crecimiento es en una ubicación al aire libre, a ser posible que la del sol por la mañana y por la tarde la sombra, sobre todo en los meses de verano, que los rayos solares son más intensos. El invierno, como a la gran mayoría de las plantas de exteriores, no le gusta mucho, no resiste bien las heladas, por lo que si la tenemos en la terraza al descubierto, lo mejor es buscarla un lugar cálido dentro de la vivienda hasta la llegada de temperaturas más agradables.

La bacopa necesita buen sustrato y drenaje, no le sienta bien los riegos excesivos que produzcan encharcamiento, ya que es una planta muy sensible al exceso de agua y provocaríamos fácilmente la asfixia de la planta. Lo ideal es mantener el sustrato ligeramente húmedo sin dejar que se seque, pues parará el crecimiento y perderá el verdor del follaje.

Esta planta la podemos fertilizar, por ejemplo, una vez cada tres semanas con un abono líquido para plantas, mezclándolo con la misma agua de riego y nunca directamente en las flores o en el follaje, ya que la podríamos quemar. También se puede fertilizar mediante un fertilizante de liberación lenta, una especie de pastilla granulada que se introduce en el sustrato de la misma planta y dura hasta el invierno. Así es como fertilizo yo las plantas.

Producto líquido para la eliminación de los pulgones.

La Bacopa no es una planta propensa a la agresión de insectos como pueden ser las surfinias. Sin embargo, con temperaturas altas puede recibir el ataque de los pulgones que se suelen agrupar sobre los nuevos brotes chupando la savia. Si esto ocurre, será necesario pulverizar la planta con productos específicos para su eliminación.

Estos productos específicos para plantas de exterior son muy efectivos. Generalmente, se disuelven en agua, en un envase pulverizante a razón de 1 centímetro cúbico por cada litro de agua. Luego se rocía la planta un par de veces por semana, a ser posible solamente por el envés de los tallos y hojas hasta que los pulgones desaparezcan.

Lo más importante para el mantenimiento de la planta es estar atentos a la presencia de insectos nocivos, especialmente en verano con temperaturas altas. No podemos descuidarnos hasta ver las flores marchitas y las hojas mustias con un aspecto apagado y deslucido. En cuanto aparezcan estos bichitos verdes, debemos de actuar de inmediato, porque si nos descuidamos unos días, puede llegar a ser difícil volver a recuperar el brillo que tuvo la planta antes del ataque.

Esta planta no necesita podarla, tan solo los tallos en caso de que comiencen a crecer de forma descontrolada con vistas a dar a la planta el aspecto que queramos que tenga. A mí me gusta que quede en forma de cascada como ya dije anteriormente, o sea, que los tallos que cuelgan con sus flores tapen la maceta y que queden todos a la misma altura. Además de esto, es recomendable retirar las flores que estén marchitas o estropeadas.

Todas estas recomendaciones son válidas para el resto de plantas de exteriores que tengáis pensado poner en vuestra terraza.


El campo de Navatejera en abril

El mes de abril se ha identificado tradicionalmente como el mes del renacimiento de la naturaleza; aumento de las temperaturas, el deshielo hinchando ríos y arroyos, la floración de las plantas, el despertar de los animales, el regreso de las especies migratorias…  En otras palabras, la renovación de la vida vegetal y animal. 

El aumento progresivo de las temperaturas que aún se asoman con timidez en este mes de abril 2024, junto con las abundantes lluvias caídas estos últimos días, son las responsables de que nuestro campo aparezca un manto verde y amarillo que cubre terrenos abandonados, cunetas, baldíos y tierras que hasta no hace mucho se habían dedicado al cultivo.

Sembrados de centeno y trigo en la Vallina de Navatejera, abril 2024. 

Corro de aulagas en los campos de Navatejera, abril 2024.

Floración de la “aulaga” o tojo espinoso. Navatejera, abril 2024.

En este mes de abril comienza la floración de algunas especies de plantas que nacen y crecen en nuestros campos, un ejemplo es el tojo espinoso o “aulaga” como se conoce en esta tierra. Esta planta tan llamativa prolifera en nuestro campo formando densos corros y desplazando a otras especies de plantas que se encuentren a su alrededor.

Cuando hay algún tipo de devastación en un terreno o este es yermo como la mayoría de nuestros cerros, las “aulagas” son las primeras en repoblar el suelo. De ello se desprende que es una planta emprendedora, fuerte y vigorosa, también hermosa por su floración llamativa de un amarillo intenso y resistente.

La “aulagas” necesitan luz para su correcto desarrollo. Esto tiene como consecuencia que las ramas inferiores sombreadas por las superiores mueran y permanezcan secas, causando de esta manera una acumulación de masa de hierba seca que puede arder con mucha facilidad, por lo que todas las precauciones que podamos tener serán pocas para mantener nuestro campo limpio y saludable.

Las “aulagas” están incluidas en la lista de especies exóticas invasoras y es una de las plantas más dañinas que crece y prolifera en nuestro campo.

Floración de la jara blanca o “romerina blanca” en los campos de Navatejera, abril 2024.

”La “romerina blanca o “jara blanca” en flor. Abril 2024. Una planta que atrae a las avejas y ahuyenta a las polillas.

También en este mes de abril comienza a florecer la jara blanca, conocida en esta tierra como la “romerina blanca”. La “romerina blanca” es una planta que desprende un aromático olor a resina. Su corola tiene cinco pétalos de color blanco, y en algunas especies a menudo arrugados que se desprenden fácilmente de la flor. Tiene una cápsula central amarilla que la da un aspecto muy parecido a las margaritas y que produce gran cantidad de polen que atraen a muchos insectos como las abejas que producen miel de jara.

La “romerina blanca” puede formar corros compactos que en ocasiones llegan a cubrir gran parte del terreno formando un matorral espeso. Esta planta crece y prolifera en ambientes típicos de encinas, pinares y robledales como es nuestro campo.

Corro de liras en un prado de Navatejera. Abril 2024.

En este mes también empiezan a florecer las liras con su color característico amarillo brillante. La lira es una planta muy venenosa, por lo que no se recomienda su uso ni manipulación. Esta planta contiene anemonina, una sustancia muy tóxica para los animales. De hecho, las vacas y demás herbívoros pastan sus hojas con gran dificultad y solamente después de ser segadas y luego esparcidas en el suelo dejándolas secar al sol durante varios días para que se evaporen las sustancias más tóxicas, de esta manera se puede almacenar como forraje para los animales. Incluso las abejas evitan sorber su néctar.

En la piel humana esta planta puede crear ampollas, mientras que si la metemos en la boca pueden causar dolor intenso y ardiente en las membranas mucosas.

Vista de la planta del membrillo. Navatejera, abril 2024.

Detalles de las flores del membrillo. Navatejera, abril 2024.

El membrillo es un arbusto que suele alcanzar los tres o cuatro metros de altura. Comienza su floración ya en el mes de marzo, es, por tanto, uno de los primeros arbustos en anunciar la llegada de la primavera a nuestros campos de Navatejera.

Las flores tienen cinco pétalos de un color rojo escarlata precioso, raramente blancos o rosados. El fruto es de color verde amarillento, usado entre otras cosas para tratar la artritis y dolores musculares.

El membrillo es un arbusto muy resistente a las heladas, prefiere suelos fértiles como huertos o jardines que drenen bien. El fruto madura a finales del verano o principios de otoño. Si se ingiere en grandes cantidades por nuestras mascotas los perros, les pueden causar molestias digestivas.

Lilas en flor. Navatejera, abril 2024.

Hojas de la lila de color verde ovalada. Navatejera, abril 2024.

La lila es un gran arbusto que empieza su floración en los campos de Navatejera en este mes de abril. Puede alcanzar fácilmente los cinco o seis metros de altura. La corola de la lila es tubular y su flor de cuatro pétalos son de color púrpura, raramente blancas, con una fuerte fragancia difícil de definir.

La lila es fundamentalmente una planta ornamental en jardines y parques debido a su florescencia atractiva, de color lila (púrpura) y dulce aroma, pero también crecen en alguno de los huertos de Navatejera y en otras fincas abandonadas por sus propietarios. 

Es una planta ideal para tenerla en maceta en una zona de la casa con mucha luz, ya que los rayos solares favorecen su floración, teniendo en todo momento la precaución de no encharcar la planta con un riego excesivo que de lugar a que se marchite la flor y caiga en poco tiempo, provocando un aspecto apagado y poco saludable de la planta.

Las lilas evocan el buen tiempo, el sol y un estado de ánimo tranquilo y relajado. Las lilas purpúreas, según el lenguaje de las plantas, simboliza el primer amor y las blancas, juventud e inocencia.

Lilas de flor blanca.

El tamarisco.

El tamarisco es un arbusto de cinco a seis metros de altura, muy escaso y raro de ver en nuestro campo. Tiene ramas largas y flexibles, difíciles de romper. Su floración se puede empezar a ver a partir de mediados del mes de abril hasta junio, de un bello color rosa pálido. 

La madera del tamarisco fue muy apreciada como combustible y sus ramas sirvieron en el pasado para hacer maromas para las norias y como ataduras para hacer las sebes de los prados.

Escoba o “retama amarilla”.

La escoba, muy parecida a las aulagas, también florece de abril a junio con flores de color amarillo intenso. El fruto de esta planta es una legumbre negra de sabor insípido.

A pesar de ser una especie autóctona de España, se comporta como especie exótica invasora debido a su potencial colonizador, constituyendo de esta manera una amenaza grave para el resto de especies autóctonas, por lo que ha sido incluida en el Catálogo español de especies exóticas invasoras.

Las flores de las escobas se han utilizado tradicionalmente para uso medicinal y las ramas para fabricar escobas de las que toma su nombre, también se han utilizado para reparar los tejados de paja de las majadas.

Orquídeas silvestres, conocidas en Navatejera con el nombre de “orquídeas moradas”.

¿Conoces las orquídeas silvestres? Es frecuente ver esta planta cultivada en jardines o plantada en macetas luciendo sus flores en terrazas de algunas casas. Sin embargo, las silvestres que florecen en nuestro campo de Navatejera poca gente las conoce. Pues aquí las tienes, una auténtica hermosura de planta. 

Las orquídeas silvestres comienza su floración afinales de marzo o principios de abril y se prolonga hasta junio con flores pequeñas de color púrpura. Se distinguen del resto de plantas, además de por su belleza por sus interacciones con los insectos polinizadores. Crece en prados y terrenos baldíos al lado de cunetas a la luz solar directa o media sombra.

El Jaramugo amarillo. Navatejera, abril 2024.

El jaramugo, una planta bien conocida por los agricultores. Navatejera, abril 2024.

Esta planta que combina el verde del tallo con el amarillo de la flor es el jaramugo, y parece que este año está en cada rincón de nuestro campo. La razón es obvia y no es otra que la gran cantidad de lluvia que ha caído estos últimos días. Y si al tempero del terreno se le suman unos cuantos días de temperaturas altas, el resultado es que en algunas zonas de nuestro campo esta planta alcanza fácilmente un metro de altura, convirtiéndose en uno de los indicadores de buen tiempo característico de la primavera.

Sin embargo, en pocos días sus bellas flores amarillas se irán apagando poco a poco, y cuando llegue el verano, se secarán, aunque enriquecerán el suelo aportando materia orgánica, y el año que viene veremos florecer al jaramugo de nuevo otra vez.

La alverja, más conocida por algarroba forrajera.

La alverja crece en zona de cultivo como mala hierba. Sin embargo, su uso más tradicional en Navatejera se da como forraje para el ganado, aportando para los animales herbívoros una cantidad importante de proteínas.

La corola de la alverja está constituida por pétalos de color violeta. La fruta de esta planta son legumbres de color casi negro, y se suele sembrar junto con un cereal, generalmente avena o cebada en otoño, para cosecharla a finales de la primavera.

“La azulina”compartiendo hábitat con el tomillo y otras plantas herbáceas.

La azulina es una pequeña planta herbácea de aspecto delicado que crece en nuestro campo como maleza entre herbazales, terrenos báldios y laderas pedregosas. Su corola en forma de rueda tiene cinco pétalos de color azul con un anillo en el centro asalmonado y filamentos amarillos. El fruto es una bola con forma de globo que contiene semillas tóxicas en su interior, un veneno para los animales incluidos los humanos.

La particularidad de esta planta es que las flores se cierran por la noche y se abren cada vez que el sol incide sobre ellas, de esta manera podemos disfrutar de ellas cada vez que salgamos al campo durante toda la primavera y parte del verano.

Entre abril y junio, el campo de Navatejera se tiñe de azul con esta hermosa planta.


“La herradurina” o flor de herradura, compartiendo hábitat con otras plantas herbáceas.

La “herradurina” es una delicada mata menuda y tupida de flores amarillas que florece en Navatejera a partir del mes de abril hasta bien entrado el verano. Es una planta que no soporta la sombra y necesita del sol y el calor para desarrollarse. Su floración álgida se da en el mes de mayo hasta junio y su fruto es una legumbre en forma de herradura, de ahi su nombre popular.

Lupino azul en el campo de Navatejera. Finales de abril 2024.

El lupino azul es una planta hebácea cuyo fruto es una legumbre que contiene tres o cuatro semillas redondeadas de color oscuro y moteadas de gris. La vaina verde en este mes de abril se vuelve de color pardo al madurar. Su floración comienza a finales de marzo hasta mediados de junio con una inflorescencia en mayo muy vistosa tipo racimo con flores azuladas.

El lupino azul prefiere suelos ricos en nutrientes como por ejemplo cultivos abandonados, bordes de caminos, etc, En algunas regiones el fruto de esta planta se conserva en salmuera y se consume como aperitivo por su valor nutritivo rico en calorías. En su día, fué utilizado en Navatejera como alimento para el ganado, principalmente como complemento protéico en la composición de piensos.

El Lupino azul se emplea también en ornamentación por su bella flor.

La Rabaniza blanca silvestre.

 La Rabaniza blanca, también conocida en Navatejera con el nombre de "oruga blanca", es una planta ramosa de hasta un metro de altura. La corola tiene cuatro pétalos blancos en forma de cruz. Florece en primavera y también a finales del invierno.

La Rabaniza blanca se cultiva en algunos lugares como planta comestible. Sus hojas verdes y picantes se suelen consumir en ensaladas. Las semillas de las que se obtiene aceite son también comestibles. En Italia, se hace con esta planta un licor digestivo llamado "rucolino".

La flor de la Rabaniza blanca.


La Veronica persica es una hierba que llama la atención por sus flores de corola de 1 cm de diámetro, estriada de azul cielo con rayas oscuras y un centro blanco. Esta hierba extiende tallos rastreros aquí y aallá que se levantan hasta un palmo del suelo. Florece a principios de primavera en márgenes de caminos y sembrados.