Ruta de senderismo "Las Portilleras de Navatejera"

Lo que fue un camino comunal, hoy es una carretera asfaltada con una amplia acera, bancos y carril bici que nos lleva a la urbanización Los Siseros y a la carretera de Asturias.

La ruta de senderismo “Las Portilleras de Navatejera” comienza su andadura en la calle Rubén Darío de Navatejera y finaliza en el Polígono Industrial de la misma localidad, aproximadamente 10 kilómetros de recorrido entre ida y vuelta.

Esta ruta es muy transitada por los vecinos de Navatejera con sus mascotas, incluso por familias enteras con niños pequeños. Antaño, todo esto era un valle que llegaba hasta lo que es hoy la urbanización Los Siseros, denominado “El Valle de las Portilleras”, y la carretera, un camino comunal.

El itinerario de esta ruta transcurre en parte por la acera enlosada de hormigón al antiguo camino público ahora pavimentado y dispuesto para el tránsito de vehículos hacia la urbanización Los Siseros de Navatejera y la carretera de Asturias. La otra parte transcurre tomando la calle Rey Alfonso V de la urbanización Los Siseros hasta el final de la misma y luego en este punto coger el camino a la derecha que nos llevará al Pinar de Los Siseros y al Polígono Industrial de Navatejera.

La vuelta de regreso se puede hacer bien tomando el camino Los Siseros, a la altura del pinar Los Siseros, o tomando la carretera que sale del Polígono Industrial hasta la confluencia con el camino Del Otero y seguir por este camino hasta la calle Pablo Neruda de Navatejera. En este enlace de Rutas Wikiloc podrás ver todo el recorrido de la ruta, además del relieve, la altitud en cada punto de la ruta y otros datos de interés.

Algo de historia

Desde la edad media andan estas tierras pobladas por hombres y mujeres. Tal vez esas gentes encontraron aquí su paraíso; praderíos para alimentar el ganado y tierras de labor ricas en cereales. No en vano, Navatejera se asienta sobre una loma de clima sano y tierra fértil.

Desde entonces muchas cosas han cambiado, ya no verás tantas tierras de centeno, ni trigales por las laderas como antes, ni espigas esparcidas por el suelo de las eras para tillarlas, ni parvas antes de separar el grano de la paja. El modo de vida de las gentes de Navatejera ha cambiado radicalmente.

Al llegar la primavera, el verde sigue siendo el color predominante de esta tierra con sus escasos, pero radiantes campos de trigo y centeno. Para recibir el otoño, la arboleda y el matorral bajo eligen su capa parda y tostada, pero en cualquier caso, siempre se percibe que la vida estalla o se contiene.

Trigales en primavera. Arriba el pinar del pueblo de Navatejera o “Cuesto Pelao”.

Amapolas en primavera.

Rosal silvestre en primavera en la carretera a la urbanización Los Siseros y la carretera de Asturias.

En esta ruta podemos descubrir magníficos robledales y encinares centenarias. La encina, también llamada «carrasca», es un árbol muy común en los campos de Navatejera, su fruto es la bellota, un alimento muy apreciado por la fauna salvaje, su sabor nos recuerda a la de las castañas, aunque algo más amargas. La encina, árbol sagrado de Zeus, es el árbol dominante junto con el roble y los chopos en los campos de Navatejera.

La encina, árbol sagrado de Zeus.

Es frecuente encontrarnos con plantas raras como la Olivarda, una planta herbácea que normalmente pasa desapercibida para la gente, aunque no para los senderistas, ya que habita en suelos pobres como baldíos, terraplenes, márgenes de caminos, y sobre todo en solares abandonados, es sin duda una planta para redescubrir. 

La Olivarda, también conocida con el sobrenombre de “matamosquera”, es una planta considerada “mala hierba”, sin embargo, coloniza hábitats totalmente inhóspitos como suelos pobres o desnutridos que raramente otras plantas podrían colonizar, dando de esta manera color a los caminos y alegrando la vista al senderista. Es de las pocas plantas que se mantienen floridas durante todo el verano y otoño con su flor amarilla.

La Olivarda o “matamosquera” es una planta para redescubrir. El sobrenombre de “matamosquera” la viene dado porque antiguamente de esta planta se colgaban manojos del techo para atraer a las moscas y otros insectos, sobre la que podían quedar pegados.

En este caminar por esta ruta, también nos podemos encontrar con la Rabaniza amarilla. Esta planta constituye una amplia roseta circular. Florece en primavera y verano con flores amarillas formando racimos muy alargados. Suele aparecer en zonas modificadas por el hombre como linderos de caminos, bordes de cultivos y cunetas, y también compartiendo hábitat con otras plantas como la alfalfa de color violeta, uno de los forrajes más nutritivos para el ganado.

La Rabaniza amarilla compartiendo hábitat con la alfalfa de color violeta.

“Las Médulas de Navatejera” (en miniatura), es otro de los atractivos de esta ruta. A diferencia de las Médulas del Bierzo que se extrajo oro, aquí se sacaron toneladas de arcilla para abastecer en el pasado las cuatro tejeras de Navatejera dedicadas a la fabricación de tejas y ladrillos, dejando un paisaje atractivo y algo fantasmal.
Las Médulas de Navatejera (en miniatura).

Las Médulas de Navatejera.

El regreso por el camino de Los Siseros

Tomando el camino Los Siseros de regreso al punto de partida de la ruta, después de que el sol haya escondido sus dorados rayos por el monte agreste, a esa hora en que la naturaleza empieza a adormecerse al asomar los primeros tintes de la noche y la brisa olorosa y tibia se torna húmeda y fresca, cuando despierta el gran duque de entre los pinares con su canto profundo y lúgubre, ¡uhú-oo!… ¡uhú-oo! Y comienza el mágico espectáculo de luciérnagas y cárabos, la luna juguetona y un poco casquivana, como sabe que esperamos su bella presencia para que ilumine el camino de regreso, se tapa un poco la cara, y otras veces ni se asoma.

En esos momentos de oscuridad pesada y densa, sin la alegría de estrellas ni luna, cuando el mundo silencioso del campo es interrumpido por el canto sobrecogedor, ululante y trémulo de la coruja, ¡juu-juu-juu!… ¡Ti-uuic! El camino se vuelve tenebroso y da pavor, parece que te metes en las tinieblas y que estas te van a aprisionar con sus brazos invisibles, pero después del sobresalto, eres tú quien domina la oscuridad, y a tu paso se asusta el mirlo negro con potentes y escandalosos cacareos de alarma, ¡chac-chac-chac! Mientras sale volando al ras del suelo, o se asustan los pájaros que duermen en el suelo y salen rozándote para luego posarse otra vez junto a ti.

Son estas situaciones y otras muchas las vividas a lo largo de los años de practicar senderismo por los campos de Navatejera. Todo esto y mucho más es lo que te espera si practicas a menudo este bello deporte del senderismo, aunque te aconsejo que los regresos los hagas a plena luz del día, sobre todo si la ruta la haces en solitario, no vaya a ser que te cruces con algún duende encantado disfrazado de viejo o niño, que haberlos ailos.

Como llegar y la ruta paso a paso, en este enlace de Google Maps 

De regreso por el camino Los Siseros de Navatejera.

Pinar Los Siseros de Navatejera.

Un alto en el camino.


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