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Campo de Navatejera en mayo, (El Camino La Vallina).

Las tierras por las que atraviesa El Camino La Vallina de Navatejera son tierras mayoritariamente de cultivos labradas entre suaves laderas y salpicadas por matas de robles y encinas, así como por cerros poblados de aulagas espinosas y terrenos baldíos donde crecen a su libre albedrío diferentes plantas silvestres, y como tales, quizás sean en parte responsables del carácter recio y parco de sus gentes, pero como todas las tierras, también tiene sus encantos, una belleza que hay que descubrir desde una mirada diferente a la que estamos acostumbrados.

Tierras en las que los aromas que se perciben de la paja húmeda y caliente tras una tormenta de verano se quedan atrapados para siempre en tu mente. Tierras que te regalan en primavera los colores de la roja amapola entre los verdes trigales, en verano las doradas rastrojeras recién cosechadas, en otoño lienzos naturales de belleza insólita de tonos cobrizos, ocres y bermejos, y en invierno… cuando el frío viento se ha llevado los últimos colores del otoño y ya ni las ranas croan ni cantan los grillos, la escarcha de las frías madrugadas llenan de brillantes destellos el campo, parece como si al caminar la magia flotara en el aire.

Tierras que hay que recorrer a pie y aprender a amar. Tierras con un pasado y tierras con un presente que luchan por alcanzar un futuro incierto al que también nosotros, aunque solo sea como senderistas que difunden sus encantos, podemos contribuir.


Una vista parcial de la Vallina de Navatejera desde “El camino La Vallina”. Mayo 2024.

Esta topografía ondulante, interrumpida por matas de robles y encinas, sobresale por la generosidad de sus paisajes que varían constantemente con sus verdes campos en primavera, dorados en verano, ocres en otoño y blancos en invierno. Tierra espléndida en colores donde los pardos barbechos y las doradas rastrojeras del verano contrastan con la verde frescura y la alegre vegetación de primavera.

El camino “La Vallina” de Navatejera comienza su andadura en la intersección con el camino "La Fontanilla", unos doscientos metros a la derecha, antes de llegar a la fuente, y finaliza a la altura del Cementerio Municipal, aproximadamente seis kilómetros de recorrido entre ida y vuelta. 

Recomendable para dar un breve paseo por el campo, experimentar un ambiente acogedor, respirar aire puro y fresco de la montaña, recrear la vista con los colores de las flores y el olfato con los aromas de las plantas silvestres, o avistar aves rapaces en vuelo de observación. En definitiva, para liberar nuestra mente del estrés cotidiano y de la rutina diaria a la vez que ejercitamos nuestras piernas entumecidas por el sedentarismo propio de nuestros días.
 
Una vista panorámica de La Vallina de Navatejera. Mayo 2024.

Escobas y tomillos se entremezclan con otras plantas menudas como el romero o las margaritas, conformando un manto vegetal multicolor capaz de acallar la paleta del mejor pintor.



El tomillar.

Los tomillares, con su intensa tonalidad violeta y aroma de bienestar mediterráneo, es una de las plantas más representativas de nuestro campo. Estos días de mediados de mayo está irrumpiendo con fuerza su floración debido a las abundantes lluvias caídas y al aumento de las temperaturas.

Las aulagas en plena floración. Vista desde El camino “La Vallina”. Mayo 2024.


Las amapolas destacan por su característico tono rojo escarlata que a partir de mediados de mayo empiezan a expandirse con fuerza entre los trigales junto con otras plantas.

Si algo tiene de singular la primavera, es el milagro que obra cada año el despertar de la naturaleza para vestir los campos de un color y una luz especial. En Navatejera, el campo experimenta una auténtica explosión en torno a los colores como el rojo escarlata de las amapolas, rompiendo los trigales antes de que las espigas estén listas para ser cosechadas, el color púrpura violáceo de los tomillares, el amarillo del añil, o el blanco de la rabaniza, por citar algunos.

Primavera en Navatejera.

En este mes de mayo, el camino La Vallina se hace acompañar por numerosas plantas silvestres y sembrados en todo su recorrido.

El camino La Vallina transcurre entre el arroyo Valdecisneros y el arroyo La Huerga, y serpentea por tierras de cultivos, barbechos, cerros, pinares y suaves laderas salpicadas de matas de robles y encinas centenarias. 

En sus orillas, una sinfonía de coloridas flores silvestres acompañan y alegran la vista del senderista en todo su trayecto.

 Vista parcial de la Vallina desde el camino.


La herradurina.

La “herradurina” es una pequeña y delicada planta herbácea de flor amarilla que crece en nuestro campo, entre herbazales y terrenos baldíos. Tiene la consideración de maleza, por eso se la considera una planta humilde, pero está claro que da mucho para lo poco que recibe, y eso la hace grande y encantadora. Su floración álgida se da en el mes de mayo y perdura todo el verano, además, es una fiel acompañante del camino.


La Rabaniza.

La “Rabaniza” con sus pétalos blancos en forma de cruz, es otra acompañante más del camino, incluso en invierno.

“La Roseta”.

Otra planta que está entre mis favoritas cada primavera es la “La Roseta”. Es una pequeña planta herbácea que crece en nuestro campo junto a caminos y pastizales. Su floración comienza a partir del mes de mayo y dura hasta bien entrado el verano.

“La roseta”, también conocida como “clavel silvestre”, es comestible de gusto amargo. Sus flores amarillas, hojas y tallo se utilizan en algunos lugares como condimento de ensaladas, caldos y fritos, y por supuesto también como planta de decoración.

“El lino azul silvestre”.

El lino azul, también conocido como “linaza”, es otra de mis favoritas. En nuestro campo asoma muy tímidamente, siempre en segunda línea, pero si caminas con atención es imposible que pasen desapercibidas sus flores, ya que a veces cogen cierta altura, como si quisieran llamar la atención para mostrarnos sus encantadoras flores. 

Es una planta herbácea con una corola de cinco pétalos de color azul. Crece de forma silvestre durante los meses de mayo, junio y julio, y lo hace entre matorral bajo y terrenos baldíos, bien soleados y con buen drenaje. Esta planta es utilizada como planta ornamental gracias a su bella flor y fácil germinación.


Las gramíneas en comunidad con otras plantas.

Las gramíneas siguen avanzando por los campos de Navatejera, atrayendo la luz y dejándose mecer suavemente por el viento. Siempre creciendo junto a otras plantas de tonos amarillos, blancos, rojos o violetas, realzando su belleza y convirtiéndose en sus fieles compañeras.

“La hierba palo”

“La hierba palo” es una gramínea muy común de ver en las márgenes de caminos y campos abandonados de Navatejera, a menudo formando extensas comunidades con otras plantas como margaritas, claveles y amapolas. Su floración está muy ramificada con varias ramas que salen del mismo punto, cada rama soporta muchas y pequeñas espiguillas que cuelgan un poco.

La Azulina

La “Azulina” es una planta herbácea de poca altura y siempre creciendo entre tomillares y cascajo producido por escorrentía, pero situada en primera línea, sin esconderse, para capturar bien la luz… y tu mirada.

Comienza su floración en mayo con una preciosa corola en forma de rueda y cinco pétalos de color azul.

La Jara Blanca.

La Jara Blanca, más conocida con el sobrenombre de “romerina blanca”, ha sido de siempre una de mis plantas preferidas y una de las más representativas de nuestra flora. Es una planta que se caracteriza por el aromático olor a resina que desprende y por la forma de crecer, formando a veces corros compactos que en ocasiones llegan a cubrir gran parte del terreno.

Su corola tiene cinco pétalos de color blanco y una cápsula central amarilla que la da un aspecto muy parecido a las margaritas y que produce gran cantidad de polen que atraen a muchos insectos como las abejas que producen miel de jara.

Esta planta crece y prolifera en ambientes típicos de encinas, pinares y robledales como el nuestro.

La Romerina Blanca en su ambiente.


Existen otras muchas plantas que proliferan este mes de mayo en nuestro campo, pero sería imposible por no decir imposible identificar a todas, incluso por un experto.

Rastrojeras en verano.

Contraste de luces y sombras en otoño.

La magia del invierno.

Ruta de senderismo "Los Siseros de Navatejera"

 ¿Te sientes agotado y quieres recargar pilas? ¿Necesitas dejar que tus pensamientos se calmen? ¿Te sientes deprimido y no sabes qué hacer? Practica senderismo por los campos de Navatejera, esta ruta en particular te ayudará a relajarte y a sentirte cómodo.

Un alto en el camino para contemplar los campos de centeno flanqueados por tomillos, cardos, aulagas y cien hierbas más.

La ruta de senderismo “Los Siseros de Navatejera” transcurre en medio del arroyo Las Portilleras y el arroyo La Huerga, ideal para hacer senderismo desde el mismo pueblo de Navatejera y despejar por unas horas la mente de ansiedades y preocupaciones cotidianas en contacto con la naturaleza. Es, además, una preparación física para el cuerpo, calienta nuestra sangre y reemplaza al frío con rigor, afloja las extremidades rígidas y estira nuestras piernas entumecidas por el sedentarismo propio de nuestros días.

El senderismo es también contemplación, a cada paso que damos estamos en contacto con la tierra, escaneamos los alrededores, nos fijamos en los detalles, cruzamos radiantes campos de trigo y pinares centenarios, y si tenemos suerte, todavía podemos escuchar el canto de alguna codorniz en este tupido manto vegetal que acompaña a la ruta, ¡Pas-pa-llás! ¡Pas— pa-llás!

La Ruta

La ruta de senderismo “Los Siseros de Navatejera” comienza su andadura en la calle Del Otero, que pronto se convierte en camino tras dejar atrás las primeras casas, para a continuación, a unos doscientos metros, coger un desvío a la izquierda en dirección a los pinos del pueblo o “cuesto pelao”. Y finaliza en el Polígono Industrial de Navatejera, a la altura de la calle Los Siseros, aproximadamente 6 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.

Más sobre esta ruta en Rutas Wikiloc, donde podrás ver todo el recorrido, puntos de interés, relieve, distancia, altitud y otros datos de interés.

Leyenda

Aunque al hacer esta ruta tengas la sensación de estar contemplando unas tierras resecas y apolilladas con algunos remiendos como viejos cultivos de cereales sin trabajar, antiguos viñedos sin labrar, torrenteras acarcavadas deslizándose por laderas, pequeñas elevaciones naturales del terreno (cerros) cubiertos de plantas espinosas terminadas en púas, lomas repobladas de pinos raros, calveros aquí y allá, pues tienen mucha vida y un encanto especial, una belleza que a veces hay que pararse a descubrir desde una mirada diferente.

Si algo tiene de singular la primavera, es el “milagro” que obra cada año el despertar de la naturaleza para vestir los campos de un color y una luz especial. Los campos de Navatejera viven una auténtica explosión en torno a los colores como el rojo escarlata de las amapolas, rompiendo los trigales antes de que las espigas estén listas para ser recogidas, o el color púrpura de los tomillares y el espliego, el amarillo del piorno con su corola amariposada, el cardo con su flor rosa violeta, o el amarillo de las escobas o “aulagas”. Tierras que hay que recorrer y aprender a amar. Tierras con un pasado y tierras con un presente que luchan por alcanzar un futuro al que también nosotros, aunque solo sea como senderistas que difunden sus encantos, podemos contribuir.

Los campos de Navatejera en primavera.

El espliego o lavanda silvestre representa para los campos de Navatejera frescura, pureza y calma.

El color púrpura de los tomillares inunda cada primavera los campos baldíos de Navatejera.

El rojo escarlata de las amapolas en primavera.

Descripción de la ruta

La ladera oeste que discurre paralela a la calle Del Otero y luego serpentea junto al arroyo de La Huerga, la misma ladera donde se asienta el Polígono Industrial de Navatejera, está surcada por infinidad de pequeñas torrenteras acarcavadas por donde discurre el agua en tiempos de lluvia y nieve, los “cortaos” que llamamos aquí. Estos “cortaos” son pequeñas hendiduras alargadas sobre terreno arcilloso que se prolongan a lo largo de toda la ladera hasta el valle, algunas de hasta seis o siete metros de profundidad y otros tantos metros de ancho, donde encuentran refugio, además de liebres, perdices o corzos, una vegetación profusa como los rosales silvestres o rosa canina que florecen de mayo a julio y producen frutos al final del verano de un color rojo intenso llamados escaramujos. Estos escaramujos o “tapaculos” son comestibles en crudo tras quitarles las semillas. También se usan para confeccionar mermeladas, confituras y jaleas. El nombre de “rosa canina” es un epíteto que se le dio a este arbusto espinoso por la forma de sus espinas que recubren los tallos o ramas colgantes similares a los colmillos de un perro.

El rosal silvestre en el mes de mayo, “rosa canina”.

Una de tantas torrenteras acarcavadas, “los cortaos de Navatejera”.

Esto y matorral bajo es lo que verás a simple vista en estas torrenteras, pero si estás interesado en algo más, entonces tendrás que adentrarte en alguna de ellas donde podrás contemplar a los escardamulos o “amor del hortelano” de flor color púrpura intenso. El fruto de esta planta es una bola con muchos garfios que se adhieren a los animales para su polinización, y cuando se secan se vuelven de color marrón.

El majuelo o “pan de pastor” es otro arbusto muy común en estas torrenteras, sus frutos son los “majolinos” de un color rojo intenso, su fruto es dulce y de un solo huesecillo redondeado. Maduran a principios de otoño, justo cuando las aves más los necesitan para alimentarse de ellos y acumular grasa de cara al invierno. También se usan para hacer licor de orujo, muy sabroso y recomendable para después de comidas copiosas.

El rosal silvestre con su fruto ya maduro, el “escaramujo” de color rojo anaranjado a principios de otoño.

El majuelo o “pan de pastor” con su fruto el “majolino” de color rojo intenso a principios de otoño. En el pasado, el “majolino” fue utilizado para hacer harina con que fabricar pan, de ahí el sobrenombre de este arbusto.

El “majolino” a finales de septiembre en los campos de Navatejera.

Otras plantas que te puedes encontrar en estas torrenteras son el tojo espinoso, la zarzamora o “zarza de los rastrojos” con su fruto comestible la “mora” de color rojo, tornándose a un púrpura casi negro al madurar a principios de otoño, su sabor es agradable al paladar aunque algo agrio al final. 

Dependiendo de la época, también podrás ver a la gayuba con su flor blanquecina y fruto rojo intenso en verano. La gayuba es comestible, pero de sabor insípido, es conocida en esta tierra con el sobrenombre de “la rastrera”. Es una planta que nos ayuda a eliminar líquidos, es antidiarreica y antiinflamatoria por el contenido de su fruto y, debido a sus propiedades, antibacteriana, y además es eficaz para desinfectar y cicatrizar heridas. 

La uva del diablo o “matagallinas” es otra planta muy común en estas torrenteras. El fruto de color rojo es venenoso para el hombre y el ganado, pero no para los pájaros que gustan de comer estas uvas y espaciar así las semillas.

La uva del diablo o “matagallinas”.

La alfombra final la componen musgos, achicorias, cardos, brezos rastreros, aulagas, tomillos, y ciento de hierbas más. Si a todas estas plantas que puedes ver en estas torrenteras añades las setas y hongos que medran a la sombra de los pinares, comprenderás el inmenso cosmos vegetal que atesora esta humilde tierra en la que los aromas que se perciben se quedarán atrapados para siempre en tu mente, trasladándose a pasadas épocas infantiles donde el tiempo parecía detenerse en las infinitas tardes de verano.

Vista paso a paso de la ruta, en este enlace de Google Maps, donde además podrás ver hasta cuarenta fotos más por donde transcurre la ruta.

El cardo en agosto

El cardo en mayo.

Ruta de senderismo "Las Portilleras de Navatejera"

Lo que fue un camino comunal, hoy es una carretera asfaltada con una amplia acera, bancos y carril bici que nos lleva a la urbanización Los Siseros y a la carretera de Asturias.

La ruta de senderismo “Las Portilleras de Navatejera” comienza su andadura en la calle Rubén Darío de Navatejera y finaliza en el Polígono Industrial de la misma localidad, aproximadamente 10 kilómetros de recorrido entre ida y vuelta.

Esta ruta es muy transitada por los vecinos de Navatejera con sus mascotas, incluso por familias enteras con niños pequeños. Antaño, todo esto era un valle que llegaba hasta lo que es hoy la urbanización Los Siseros, denominado “El Valle de las Portilleras”, y la carretera, un camino comunal.

El itinerario de esta ruta transcurre en parte por la acera enlosada de hormigón al antiguo camino público ahora pavimentado y dispuesto para el tránsito de vehículos hacia la urbanización Los Siseros de Navatejera y la carretera de Asturias. La otra parte transcurre tomando la calle Rey Alfonso V de la urbanización Los Siseros hasta el final de la misma y luego en este punto coger el camino a la derecha que nos llevará al Pinar de Los Siseros y al Polígono Industrial de Navatejera.

La vuelta de regreso se puede hacer bien tomando el camino Los Siseros, a la altura del pinar Los Siseros, o tomando la carretera que sale del Polígono Industrial hasta la confluencia con el camino Del Otero y seguir por este camino hasta la calle Pablo Neruda de Navatejera. En este enlace de Rutas Wikiloc podrás ver todo el recorrido de la ruta, además del relieve, la altitud en cada punto de la ruta y otros datos de interés.

Algo de historia

Desde la edad media andan estas tierras pobladas por hombres y mujeres. Tal vez esas gentes encontraron aquí su paraíso; praderíos para alimentar el ganado y tierras de labor ricas en cereales. No en vano, Navatejera se asienta sobre una loma de clima sano y tierra fértil.

Desde entonces muchas cosas han cambiado, ya no verás tantas tierras de centeno, ni trigales por las laderas como antes, ni espigas esparcidas por el suelo de las eras para tillarlas, ni parvas antes de separar el grano de la paja. El modo de vida de las gentes de Navatejera ha cambiado radicalmente.

Al llegar la primavera, el verde sigue siendo el color predominante de esta tierra con sus escasos, pero radiantes campos de trigo y centeno. Para recibir el otoño, la arboleda y el matorral bajo eligen su capa parda y tostada, pero en cualquier caso, siempre se percibe que la vida estalla o se contiene.

Trigales en primavera. Arriba el pinar del pueblo de Navatejera o “Cuesto Pelao”.

Amapolas en primavera.

Rosal silvestre en primavera en la carretera a la urbanización Los Siseros y la carretera de Asturias.

En esta ruta podemos descubrir magníficos robledales y encinares centenarias. La encina, también llamada «carrasca», es un árbol muy común en los campos de Navatejera, su fruto es la bellota, un alimento muy apreciado por la fauna salvaje, su sabor nos recuerda a la de las castañas, aunque algo más amargas. La encina, árbol sagrado de Zeus, es el árbol dominante junto con el roble y los chopos en los campos de Navatejera.

La encina, árbol sagrado de Zeus.

Es frecuente encontrarnos con plantas raras como la Olivarda, una planta herbácea que normalmente pasa desapercibida para la gente, aunque no para los senderistas, ya que habita en suelos pobres como baldíos, terraplenes, márgenes de caminos, y sobre todo en solares abandonados, es sin duda una planta para redescubrir. 

La Olivarda, también conocida con el sobrenombre de “matamosquera”, es una planta considerada “mala hierba”, sin embargo, coloniza hábitats totalmente inhóspitos como suelos pobres o desnutridos que raramente otras plantas podrían colonizar, dando de esta manera color a los caminos y alegrando la vista al senderista. Es de las pocas plantas que se mantienen floridas durante todo el verano y otoño con su flor amarilla.

La Olivarda o “matamosquera” es una planta para redescubrir. El sobrenombre de “matamosquera” la viene dado porque antiguamente de esta planta se colgaban manojos del techo para atraer a las moscas y otros insectos, sobre la que podían quedar pegados.

En este caminar por esta ruta, también nos podemos encontrar con la Rabaniza amarilla. Esta planta constituye una amplia roseta circular. Florece en primavera y verano con flores amarillas formando racimos muy alargados. Suele aparecer en zonas modificadas por el hombre como linderos de caminos, bordes de cultivos y cunetas, y también compartiendo hábitat con otras plantas como la alfalfa de color violeta, uno de los forrajes más nutritivos para el ganado.

La Rabaniza amarilla compartiendo hábitat con la alfalfa de color violeta.

“Las Médulas de Navatejera” (en miniatura), es otro de los atractivos de esta ruta. A diferencia de las Médulas del Bierzo que se extrajo oro, aquí se sacaron toneladas de arcilla para abastecer en el pasado las cuatro tejeras de Navatejera dedicadas a la fabricación de tejas y ladrillos, dejando un paisaje atractivo y algo fantasmal.
Las Médulas de Navatejera (en miniatura).

Las Médulas de Navatejera.

El regreso por el camino de Los Siseros

Tomando el camino Los Siseros de regreso al punto de partida de la ruta, después de que el sol haya escondido sus dorados rayos por el monte agreste, a esa hora en que la naturaleza empieza a adormecerse al asomar los primeros tintes de la noche y la brisa olorosa y tibia se torna húmeda y fresca, cuando despierta el gran duque de entre los pinares con su canto profundo y lúgubre, ¡uhú-oo!… ¡uhú-oo! Y comienza el mágico espectáculo de luciérnagas y cárabos, la luna juguetona y un poco casquivana, como sabe que esperamos su bella presencia para que ilumine el camino de regreso, se tapa un poco la cara, y otras veces ni se asoma.

En esos momentos de oscuridad pesada y densa, sin la alegría de estrellas ni luna, cuando el mundo silencioso del campo es interrumpido por el canto sobrecogedor, ululante y trémulo de la coruja, ¡juu-juu-juu!… ¡Ti-uuic! El camino se vuelve tenebroso y da pavor, parece que te metes en las tinieblas y que estas te van a aprisionar con sus brazos invisibles, pero después del sobresalto, eres tú quien domina la oscuridad, y a tu paso se asusta el mirlo negro con potentes y escandalosos cacareos de alarma, ¡chac-chac-chac! Mientras sale volando al ras del suelo, o se asustan los pájaros que duermen en el suelo y salen rozándote para luego posarse otra vez junto a ti.

Son estas situaciones y otras muchas las vividas a lo largo de los años de practicar senderismo por los campos de Navatejera. Todo esto y mucho más es lo que te espera si practicas a menudo este bello deporte del senderismo, aunque te aconsejo que los regresos los hagas a plena luz del día, sobre todo si la ruta la haces en solitario, no vaya a ser que te cruces con algún duende encantado disfrazado de viejo o niño, que haberlos ailos.

Como llegar y la ruta paso a paso, en este enlace de Google Maps 

De regreso por el camino Los Siseros de Navatejera.

Pinar Los Siseros de Navatejera.

Un alto en el camino.


Ruta de senderismo "La Lomba de Navatejera"

 Un trabajo de Manuel Martínez Cid.

Carretera La Lomba de Navatejera al Cementerio Municipal. (Comienzo de la ruta). *Lomba*, topónimo usado por nuestros ancestros para referirse a una altura pequeña y prolongada, sustituida hoy por la palabra “loma”.

Si la provincia de León es tan extensa y tan variada, capaz de mostrarnos paisajes tan diferentes, en esta ruta vamos a encontrarnos con aquel que nos une a lo más rudo de la tierra, porque en él no encontraremos monumentos ni ríos ni extensas riberas, nuestra mirada se encontrará con tierras de labrantío deslizándose por suaves lomas salpicadas por matas de robles y encinas centenarias, unas tierras que muy de vez en cuando son surcadas por alguna corriente de agua nacida de algún manantial tratando de poner un poco de frescura en el ambiente.

Las tierras por donde discurre esta ruta son tierras áridas, y como tales, quizás sean en parte responsables del carácter recio y parco de sus gentes, pero como todas, también tiene su encanto, una belleza que hay que descubrir desde una mirada diferente a la que estamos acostumbrados.

He de confesar que haciendo esta ruta, he vivido alguno de los momentos más mágicos que la naturaleza te puede regalar. Tierras en la que los aromas que se perciben de la paja húmeda y caliente tras una tormenta de verano se quedan atrapados para siempre en tu mente. Tierras que te regalan en primavera los colores de la roja amapola y el añil del azulejo rompiendo los trigales y que en verano te dan la sensación de estar contemplando un mar verde de robles y encinas extendiéndose por suaves laderas. Campos que en otoño te muestran la transformación del monte, cambiando el color verde de las hojas de los robles por tonos cobrizos, ocres y bermejos, regalándonos lienzos naturales de belleza insólita.

El rojo escarlata de las amapolas en los campos de Navatejera en primavera.

La hierba de San Felipe o “hierba pastel”, (el tinte azul añil). El nombre de “hierba pastel” proviene de la pasta que se hace con las hojas para la obtención del colorante azul.

El monte con el follaje verde de robles y encinas en verano.

El monte con el follaje cobrizo de otoño.

Y en invierno… en esos días sobrios de luz opaca, viento glaciar y cielos melancólicos, cuando el ábrego azota y arremolina las hojas, cuando el frío viento borra del suelo llevándose los colores del otoño, cuando el monte empieza a palidecer y ya ni las ranas croan ni cantan los grillos, la escarcha de la fría madrugada aparece en escena llenando los campos de brillantes destellos, la magia flota en el aire.

Tierra esta que te regala el avistamiento de aves desde cualquier leve otero; rapaces oteando el horizonte en busca de algún ratón desprevenido, milanos trazando círculos concéntricos suspendidos en el aire en vuelo de observación, aves menudas como el escribano intentando atraer a la hembra con el plumaje erizado y las alas extendidas…

Tierras en que se mueven los corzos cuando se ven sorprendidos por el senderista, huyendo y dando preciosos saltos, mostrándonos su rosetón blanco como la nieve. Jabalíes, zorros, lobos y otros animales más raros como el gato montes o la jineta viven en este entorno, pero que nadie se alarme, pues ya se encargan ellos de no ser vistos. Para añadir la magia de esta ruta, muchos de sus encuadres aparecen poseídos por plantas raras, musgos destellantes y líquenes sobre las cortezas de los robles en forma de costras grises.

Milano real en vuelo de observación.


El espliego o lavanda es una planta muy común de ver por estos parajes. Es un arbusto con forma de matorral y florece a partir del mes de junio. Esta planta representa para nuestros campos frescura, pureza, silencio y calma, por lo que es perfecta para la decoración de muchos espacios, creando un ambiente lleno de paz y relajación.

La candileja, Thapsia como la llamaban los romanos que conocieron estas tierras cincuenta años antes de Cristo. Muy común en los linderos de los caminos por donde discurre la ruta

Camino Miguel Hernández

Un alto en el camino de Los Robles antes de encontrarnos con la carretera hacia Villaquilambre y Navatejera.
La Ruta:

La ruta comienza en la intersección entre la calle La Lomba de Navatejera (antiguo camino de La Lomba) con la calle El Salvador del mismo pueblo, y finaliza en la carretera de Asturias, en terrenos de Carbajal de la Legua, aproximadamente diez kilómetros de recorrido entre ida y vuelta. El regreso es recomendable hacerlo por el camino Miguel Hernández en terrenos de Villasinta de Torío hasta la confluencia con el camino de Los Castañares del mismo pueblo y luego tomar el desvío a la derecha para coger el camino de Los Robles (antiguo camino de La Lomba) que nos llevará hasta la carretera de Villaquilambre, por un lado, y a Navatejera o punto de partida de la ruta por otro.

En este enlace de “Rutas Wikiloc” podrás ver todos los detalles de la ruta: el recorrido, el relieve en cada punto de la ruta, la altitud, la distancia del recorrido, el desnivel, etc.

Aunque es una ruta sencilla por su relieve casi siempre llano, a excepción del primer kilómetro hasta el Cementerio Municipal, no es indicada para niños porque es un poco larga, además, si ha llovido nos podemos encontrar con los caminos encharcados que habrá que ir sorteando con cuidado.

No se trata, como ya dije anteriormente, de una ruta que llame la atención por sus monumentos, ríos o montañas, sino por lo harmonioso de sus paisajes suavemente ondulados y de una gran biodiversidad, fruto de la herencia que han legado siglos de vida tradicional en el aprovechamiento de los montes y tierras de cultivos. 

Más sobre esta ruta en Google Maps y en mi muro de Facebook.