Ruta de senderismo "Los Siseros de Navatejera"

 ¿Te sientes agotado y quieres recargar pilas? ¿Necesitas dejar que tus pensamientos se calmen? ¿Te sientes deprimido y no sabes qué hacer? Practica senderismo por los campos de Navatejera, esta ruta en particular te ayudará a relajarte y a sentirte cómodo.

Un alto en el camino para contemplar los campos de centeno flanqueados por tomillos, cardos, aulagas y cien hierbas más.

La ruta de senderismo “Los Siseros de Navatejera” transcurre en medio del arroyo Las Portilleras y el arroyo La Huerga, ideal para hacer senderismo desde el mismo pueblo de Navatejera y despejar por unas horas la mente de ansiedades y preocupaciones cotidianas en contacto con la naturaleza. Es, además, una preparación física para el cuerpo, calienta nuestra sangre y reemplaza al frío con rigor, afloja las extremidades rígidas y estira nuestras piernas entumecidas por el sedentarismo propio de nuestros días.

El senderismo es también contemplación, a cada paso que damos estamos en contacto con la tierra, escaneamos los alrededores, nos fijamos en los detalles, cruzamos radiantes campos de trigo y pinares centenarios, y si tenemos suerte, todavía podemos escuchar el canto de alguna codorniz en este tupido manto vegetal que acompaña a la ruta, ¡Pas-pa-llás! ¡Pas— pa-llás!

La Ruta

La ruta de senderismo “Los Siseros de Navatejera” comienza su andadura en la calle Del Otero, que pronto se convierte en camino tras dejar atrás las primeras casas, para a continuación, a unos doscientos metros, coger un desvío a la izquierda en dirección a los pinos del pueblo o “cuesto pelao”. Y finaliza en el Polígono Industrial de Navatejera, a la altura de la calle Los Siseros, aproximadamente 6 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.

Más sobre esta ruta en Rutas Wikiloc, donde podrás ver todo el recorrido, puntos de interés, relieve, distancia, altitud y otros datos de interés.

Leyenda

Aunque al hacer esta ruta tengas la sensación de estar contemplando unas tierras resecas y apolilladas con algunos remiendos como viejos cultivos de cereales sin trabajar, antiguos viñedos sin labrar, torrenteras acarcavadas deslizándose por laderas, pequeñas elevaciones naturales del terreno (cerros) cubiertos de plantas espinosas terminadas en púas, lomas repobladas de pinos raros, calveros aquí y allá, pues tienen mucha vida y un encanto especial, una belleza que a veces hay que pararse a descubrir desde una mirada diferente.

Si algo tiene de singular la primavera, es el “milagro” que obra cada año el despertar de la naturaleza para vestir los campos de un color y una luz especial. Los campos de Navatejera viven una auténtica explosión en torno a los colores como el rojo escarlata de las amapolas, rompiendo los trigales antes de que las espigas estén listas para ser recogidas, o el color púrpura de los tomillares y el espliego, el amarillo del piorno con su corola amariposada, el cardo con su flor rosa violeta, o el amarillo de las escobas o “aulagas”. Tierras que hay que recorrer y aprender a amar. Tierras con un pasado y tierras con un presente que luchan por alcanzar un futuro al que también nosotros, aunque solo sea como senderistas que difunden sus encantos, podemos contribuir.

Los campos de Navatejera en primavera.

El espliego o lavanda silvestre representa para los campos de Navatejera frescura, pureza y calma.

El color púrpura de los tomillares inunda cada primavera los campos baldíos de Navatejera.

El rojo escarlata de las amapolas en primavera.

Descripción de la ruta

La ladera oeste que discurre paralela a la calle Del Otero y luego serpentea junto al arroyo de La Huerga, la misma ladera donde se asienta el Polígono Industrial de Navatejera, está surcada por infinidad de pequeñas torrenteras acarcavadas por donde discurre el agua en tiempos de lluvia y nieve, los “cortaos” que llamamos aquí. Estos “cortaos” son pequeñas hendiduras alargadas sobre terreno arcilloso que se prolongan a lo largo de toda la ladera hasta el valle, algunas de hasta seis o siete metros de profundidad y otros tantos metros de ancho, donde encuentran refugio, además de liebres, perdices o corzos, una vegetación profusa como los rosales silvestres o rosa canina que florecen de mayo a julio y producen frutos al final del verano de un color rojo intenso llamados escaramujos. Estos escaramujos o “tapaculos” son comestibles en crudo tras quitarles las semillas. También se usan para confeccionar mermeladas, confituras y jaleas. El nombre de “rosa canina” es un epíteto que se le dio a este arbusto espinoso por la forma de sus espinas que recubren los tallos o ramas colgantes similares a los colmillos de un perro.

El rosal silvestre en el mes de mayo, “rosa canina”.

Una de tantas torrenteras acarcavadas, “los cortaos de Navatejera”.

Esto y matorral bajo es lo que verás a simple vista en estas torrenteras, pero si estás interesado en algo más, entonces tendrás que adentrarte en alguna de ellas donde podrás contemplar a los escardamulos o “amor del hortelano” de flor color púrpura intenso. El fruto de esta planta es una bola con muchos garfios que se adhieren a los animales para su polinización, y cuando se secan se vuelven de color marrón.

El majuelo o “pan de pastor” es otro arbusto muy común en estas torrenteras, sus frutos son los “majolinos” de un color rojo intenso, su fruto es dulce y de un solo huesecillo redondeado. Maduran a principios de otoño, justo cuando las aves más los necesitan para alimentarse de ellos y acumular grasa de cara al invierno. También se usan para hacer licor de orujo, muy sabroso y recomendable para después de comidas copiosas.

El rosal silvestre con su fruto ya maduro, el “escaramujo” de color rojo anaranjado a principios de otoño.

El majuelo o “pan de pastor” con su fruto el “majolino” de color rojo intenso a principios de otoño. En el pasado, el “majolino” fue utilizado para hacer harina con que fabricar pan, de ahí el sobrenombre de este arbusto.

El “majolino” a finales de septiembre en los campos de Navatejera.

Otras plantas que te puedes encontrar en estas torrenteras son el tojo espinoso, la zarzamora o “zarza de los rastrojos” con su fruto comestible la “mora” de color rojo, tornándose a un púrpura casi negro al madurar a principios de otoño, su sabor es agradable al paladar aunque algo agrio al final. 

Dependiendo de la época, también podrás ver a la gayuba con su flor blanquecina y fruto rojo intenso en verano. La gayuba es comestible, pero de sabor insípido, es conocida en esta tierra con el sobrenombre de “la rastrera”. Es una planta que nos ayuda a eliminar líquidos, es antidiarreica y antiinflamatoria por el contenido de su fruto y, debido a sus propiedades, antibacteriana, y además es eficaz para desinfectar y cicatrizar heridas. 

La uva del diablo o “matagallinas” es otra planta muy común en estas torrenteras. El fruto de color rojo es venenoso para el hombre y el ganado, pero no para los pájaros que gustan de comer estas uvas y espaciar así las semillas.

La uva del diablo o “matagallinas”.

La alfombra final la componen musgos, achicorias, cardos, brezos rastreros, aulagas, tomillos, y ciento de hierbas más. Si a todas estas plantas que puedes ver en estas torrenteras añades las setas y hongos que medran a la sombra de los pinares, comprenderás el inmenso cosmos vegetal que atesora esta humilde tierra en la que los aromas que se perciben se quedarán atrapados para siempre en tu mente, trasladándose a pasadas épocas infantiles donde el tiempo parecía detenerse en las infinitas tardes de verano.

Vista paso a paso de la ruta, en este enlace de Google Maps, donde además podrás ver hasta cuarenta fotos más por donde transcurre la ruta.

El cardo en agosto

El cardo en mayo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario