Ruta de senderismo "La Lomba de Navatejera"

 Un trabajo de Manuel Martínez Cid.

Carretera La Lomba de Navatejera al Cementerio Municipal. (Comienzo de la ruta). *Lomba*, topónimo usado por nuestros ancestros para referirse a una altura pequeña y prolongada, sustituida hoy por la palabra “loma”.

Si la provincia de León es tan extensa y tan variada, capaz de mostrarnos paisajes tan diferentes, en esta ruta vamos a encontrarnos con aquel que nos une a lo más rudo de la tierra, porque en él no encontraremos monumentos ni ríos ni extensas riberas, nuestra mirada se encontrará con tierras de labrantío deslizándose por suaves lomas salpicadas por matas de robles y encinas centenarias, unas tierras que muy de vez en cuando son surcadas por alguna corriente de agua nacida de algún manantial tratando de poner un poco de frescura en el ambiente.

Las tierras por donde discurre esta ruta son tierras áridas, y como tales, quizás sean en parte responsables del carácter recio y parco de sus gentes, pero como todas, también tiene su encanto, una belleza que hay que descubrir desde una mirada diferente a la que estamos acostumbrados.

He de confesar que haciendo esta ruta, he vivido alguno de los momentos más mágicos que la naturaleza te puede regalar. Tierras en la que los aromas que se perciben de la paja húmeda y caliente tras una tormenta de verano se quedan atrapados para siempre en tu mente. Tierras que te regalan en primavera los colores de la roja amapola y el añil del azulejo rompiendo los trigales y que en verano te dan la sensación de estar contemplando un mar verde de robles y encinas extendiéndose por suaves laderas. Campos que en otoño te muestran la transformación del monte, cambiando el color verde de las hojas de los robles por tonos cobrizos, ocres y bermejos, regalándonos lienzos naturales de belleza insólita.

El rojo escarlata de las amapolas en los campos de Navatejera en primavera.

La hierba de San Felipe o “hierba pastel”, (el tinte azul añil). El nombre de “hierba pastel” proviene de la pasta que se hace con las hojas para la obtención del colorante azul.

El monte con el follaje verde de robles y encinas en verano.

El monte con el follaje cobrizo de otoño.

Y en invierno… en esos días sobrios de luz opaca, viento glaciar y cielos melancólicos, cuando el ábrego azota y arremolina las hojas, cuando el frío viento borra del suelo llevándose los colores del otoño, cuando el monte empieza a palidecer y ya ni las ranas croan ni cantan los grillos, la escarcha de la fría madrugada aparece en escena llenando los campos de brillantes destellos, la magia flota en el aire.

Tierra esta que te regala el avistamiento de aves desde cualquier leve otero; rapaces oteando el horizonte en busca de algún ratón desprevenido, milanos trazando círculos concéntricos suspendidos en el aire en vuelo de observación, aves menudas como el escribano intentando atraer a la hembra con el plumaje erizado y las alas extendidas…

Tierras en que se mueven los corzos cuando se ven sorprendidos por el senderista, huyendo y dando preciosos saltos, mostrándonos su rosetón blanco como la nieve. Jabalíes, zorros, lobos y otros animales más raros como el gato montes o la jineta viven en este entorno, pero que nadie se alarme, pues ya se encargan ellos de no ser vistos. Para añadir la magia de esta ruta, muchos de sus encuadres aparecen poseídos por plantas raras, musgos destellantes y líquenes sobre las cortezas de los robles en forma de costras grises.

Milano real en vuelo de observación.


El espliego o lavanda es una planta muy común de ver por estos parajes. Es un arbusto con forma de matorral y florece a partir del mes de junio. Esta planta representa para nuestros campos frescura, pureza, silencio y calma, por lo que es perfecta para la decoración de muchos espacios, creando un ambiente lleno de paz y relajación.

La candileja, Thapsia como la llamaban los romanos que conocieron estas tierras cincuenta años antes de Cristo. Muy común en los linderos de los caminos por donde discurre la ruta

Camino Miguel Hernández

Un alto en el camino de Los Robles antes de encontrarnos con la carretera hacia Villaquilambre y Navatejera.
La Ruta:

La ruta comienza en la intersección entre la calle La Lomba de Navatejera (antiguo camino de La Lomba) con la calle El Salvador del mismo pueblo, y finaliza en la carretera de Asturias, en terrenos de Carbajal de la Legua, aproximadamente diez kilómetros de recorrido entre ida y vuelta. El regreso es recomendable hacerlo por el camino Miguel Hernández en terrenos de Villasinta de Torío hasta la confluencia con el camino de Los Castañares del mismo pueblo y luego tomar el desvío a la derecha para coger el camino de Los Robles (antiguo camino de La Lomba) que nos llevará hasta la carretera de Villaquilambre, por un lado, y a Navatejera o punto de partida de la ruta por otro.

En este enlace de “Rutas Wikiloc” podrás ver todos los detalles de la ruta: el recorrido, el relieve en cada punto de la ruta, la altitud, la distancia del recorrido, el desnivel, etc.

Aunque es una ruta sencilla por su relieve casi siempre llano, a excepción del primer kilómetro hasta el Cementerio Municipal, no es indicada para niños porque es un poco larga, además, si ha llovido nos podemos encontrar con los caminos encharcados que habrá que ir sorteando con cuidado.

No se trata, como ya dije anteriormente, de una ruta que llame la atención por sus monumentos, ríos o montañas, sino por lo harmonioso de sus paisajes suavemente ondulados y de una gran biodiversidad, fruto de la herencia que han legado siglos de vida tradicional en el aprovechamiento de los montes y tierras de cultivos. 

Más sobre esta ruta en Google Maps y en mi muro de Facebook.

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