El "¡balcón rebelde!". 1º Parte 🌸


“¡El balcón rebelde!”. 1º Parte

En la calle Gerardo Diego, al doblar la esquina,
vive un balcón que parece una selva vecina.
No hay leones, ni monos, ni un loro gritón,
pero sí, mil flores con jeta de campeón.

Las surfinias, chillonas, se asoman al mundo,
como si fueran reinas de un reino rotundo.
“¡Eh tú, peatón! ¡Mira qué melena!
Más que flores, parecemos la escena de una novela.”

El vecino de abajo, ya no ve la tele,
las flores le tapan hasta los papeles.
Y el del segundo, murmurando: “¡Qué horterada!”
Mientras envidia en secreto la jungla colgada.

Dicen que en verano hay tráfico lento,
la gente se para, ¡selfis al momento!
Hasta un gato intentó, cuál audaz trapecista,
subirse al balcón… y ahora es florista.

Y aunque el presidente de la comunidad
propuso podarlas por pura maldad,
las flores firmaron con gran indignación:
“¡Ni tijeras, ni poda, ni una hoja al montón!”

Así vive el balcón, con orgullo y descaro,
más florido que un desfile en pleno carnaval raro.
Y si alguna vez pasas por esa fachada,
¡no mires arriba… o acabarás enamorada!



El "balcón rebelde". 2º Parte. "¡Mira mi balcón!" 🌸

Un poema con tono satírico que se burla —con cariño— de esas exageraciones florales que parecen competir por el primer premio en el campeonato mundial de “¡Mira mi balcón!”


“¡El balcón rebelde!”,
 2º Parte. “¡Mira mi balcón!”

En la república libre de Balconópolis,
una dictadura floral ha tomado el control.
Las surfinias gobiernan con mano de helecho,
y ningún geranio se atreve a decir “¡pecho!”

La barandilla, antes libre y decente,
hoy es rehén de un vegetal insurgente.
Ni el cartero se atreve a asomarse a entregar:
“¡Lo siento, señor, el buzón ha florecido sin avisar!”

Allí no se cuelga la ropa al sol,
ni sabanas blancas ni calzoncillos de alcohol.
Solo cascadas de flores en tonos fucsia,
invadiendo el barrio como una causa injusta.

Los vecinos murmuran, algo inquietados:
“Esto ya no es un balcón… ¡Es un prado elevado!”
Y en las juntas vecinales, se habla en secreto
de lanzar pesticidas desde algún parapeto.

Pero el dueño —Don Manuel, sin más,
es un activista botánico de armas tomar.
“No me toquen ni un pétalo —grita feroz-
¡O declaro la guerra con abono atroz!”

Y así cada año, sin freno ni filtro,
el balcón se convierte en un bosque en conflicto.
Una sátira viva, colorida y salvaje,
que desafía al orden… ¡Y al tráfico en su calle!

¡Y que viva la alegría con pétalos y risas! 🌸😂 “¡Ja, ja, ja!”

Jota dedicada a las surfinias de mi balcón. 🎶 🎤

 Inspirada en este glorioso balcón de surfinias que podría ganarse hasta un aplauso en las fiestas patronales de Navatejera:

Surfinias en mi balcón.

(Estribillo)
¡Ay, qué balcón, que alegría, 
qué jardín tan rebonito!
surfinia que se asoma
ya le guiña al infinito.
¡Ay, qué balcón, qué primor,
Navatejera en flor! 🌹

En la calle que da al viento,
vive un balcón presumido,
que al pasar hasta los coches
se paran medio rendidos.

Hay quien dice que esas flores
no son de este mismo suelo,
que una hada de los tiestos
las plantó bajando el cielo.

(Estribillo)
¡Ay, qué balcón, qué alegría,
qué jardín tan bonito!
surfinia que se asoma
ya le guiña al infinito.
¡Ay, qué balcón, qué primor,
Navatejera en flor🌹

Una vecina lo jura:
“¡Eso es magia, no geranio!”
y el del segundo lo confirma:
“¡Yo soñé con ese ramo!”

Manuel riega cada día,
con regadera y encanto,
y hasta las flores le cantan
cuando pasa canturreando.

(Estribillo final)
¡Ay, qué balcón, qué alegría,
qué rincón tan bendecido!
Ni en los patios de Granada
hay color tan bien nacido.
¡Ay, qué balcón, qué primor,
Navatejera en flor! 🌹

¡Ole y ole, que esto ya huele a verbena! 🎷 🥁 💃🕺

¡Y que viva la alegría con pétalos y risas! 🌸😂, “¡Ja, ja, ja!”




"El Balcón rebelde", 3º Parte. 🌸 "¡Magia, versos y humor!".


Coplillas inspiradas en esa belleza urbana, silenciosa y viva de un balcón lleno de magia, versos y humor.


3º Parte del “Balcón Rebelde”. “¡Magia, versos y Humor!”

—A ritmo de palmas y sonrisas— 👏😂

En el barrio abajo de Navatejera,
donde el sol calienta entero,
hay un balcón con surfinias
que da sombra al panadero.

Dicen que al pasar la gente
no miran al cielo, ni al suelo,
todos se quedan parados
mirando el florido anhelo.

Las vecinas se arremolinan
Y preguntan con picardía:
Manuel, “¿riegas con agua bendita
o te ayuda alguna santa escondida?”

Y Manuel las dice entre risas:
“¡Con amor y con paciencia!
Y un chorro de buen humor,
que eso cura hasta las malezas.”

Una niña al verlas dice:
“¡Mamá, qué rosa tan viva!”
Y su madre le responde:
“Esas flores dan saliva.”

Hay quien jura en voz bajita
al cerrar la contraventana:
“si esas flores siguen así,
yo riego hasta la campana”

Y la guardia municipal
tuvo que hacer una nota:
“prohibido mirar arriba,
que se forma pelotera en la rotonda.”

Pero Manuel sigue regando,
con cariño y buen humor,
Que su balcón ya es leyenda…
¡En Google Maps y en color!
           

Navatejera: un pueblo con alma y campanario

 

Iglesia Parroquial San Miguel Arcángel

Desde lo alto, Navatejera se extiende como un pequeño mosaico de tejados rojizos y calles tranquilas que serpentean entre casas de ladrillos y recuerdos. No es un pueblo de monumentos, se nota que no hubo aquí más señorío que el eclesiástico y algún lugareño enriquecido, pero si hay un símbolo que destaca sobre todos, esa es la iglesia en el centro del pueblo con su torre erguida como faro de identidad y testigo silencioso del paso del tiempo.

La iglesia Parroquial San Miguel Arcángel, con su sobria elegancia de piedra del Torío y ladrillo macizo, no solamente marca el centro geográfico de Navatejera, sino también el corazón emocional de quienes aquí vivimos o hemos vivido. A su alrededor se arremolinan muchos recuerdos, las fiestas del pueblo: San Miguel Arcángel, patrón de Navatejera, Los Altares con la procesión de niños y niñas, las bodas, los bautizos, los entierros, los juegos de la infancia, los toque de campanas que aún hoy marcan el ritmo de la vida cotidiana…

Navatejera es más que un lugar en el mapa. Es un rincón con historia, con montañas al norte y futuro por delante. Un pueblo que, aunque ha crecido mucho en los últimos años, sigue conservando ese encanto de lo cercano, lo cotidiano y lo verdadero. 

Si quieres conocer más a fondo el pueblo y su historia, en este enlace:https://navatejeramipueblo.blogspot.com/2023/08/navatejera-historia-costumbres-y.html

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Navatejera: donde la torre manda

Iglesia Parroquial San Miguel Arcángel de Navatejera. 

Si alguien se pierde por León y pegunta por Navatejera, lo normal es que le respondan: “¿Eso no está pegado a la capital?”. ¡Pues sí, pero con mucho orgullo! Somos como ese primo que vive justo al lado, pero tiene más carácter. Y hablando de carácter, aquí el que manda es uno: la torre de la iglesia.

Allí está, plantada en el centro del pueblo, vigilante como un abuelo en la ventana, viendo pasar generaciones, perros callejeros, y algún coche que aún se atreve a ir a más de 30. Esa torre que ves, es más que piedras y campanas: es nuestra torre Eiffel en versión leonesa.

Navatejera es un sitio tranquilo. Tan tranquilo que las palomas llevan viviendo aquí desde siempre sin pagar alquiler. Las calles tienen memoria, las esquinas chismean, y siempre hay alguien que te saluda, aunque no sepas quién eres. Costumbres del pueblo.

Y aunque somos uno de los pueblos de España que más ha crecido (urbanísticamente, se entiende), seguimos teniendo esa esencia de pueblo donde casi todos se conocen… o al menos lo intentan. Aquí el tiempo no corre, se lo toma con calma, como en las sobremesas. 

En resumen: si buscas campanarios con estilo, vecinos con historia, y un lugar donde hasta el viento parece conocerte, ven a Navatejera. ¡Eso sí, cuidado con la torre, que lo ve todo!