Un poema con tono satírico que se burla —con cariño— de esas exageraciones florales que parecen competir por el primer premio en el campeonato mundial de “¡Mira mi balcón!”
En la república libre de Balconópolis,
una dictadura floral ha tomado el control.
Las surfinias gobiernan con mano de helecho,
y ningún geranio se atreve a decir “¡pecho!”
La barandilla, antes libre y decente,
hoy es rehén de un vegetal insurgente.
Ni el cartero se atreve a asomarse a entregar:
“¡Lo siento, señor, el buzón ha florecido sin avisar!”
Allí no se cuelga la ropa al sol,
ni sabanas blancas ni calzoncillos de alcohol.
Solo cascadas de flores en tonos fucsia,
invadiendo el barrio como una causa injusta.
Los vecinos murmuran, algo inquietados:
“Esto ya no es un balcón… ¡Es un prado elevado!”
Y en las juntas vecinales, se habla en secreto
de lanzar pesticidas desde algún parapeto.
Pero el dueño —Don Manuel, sin más,
es un activista botánico de armas tomar.
“No me toquen ni un pétalo —grita feroz-
¡O declaro la guerra con abono atroz!”
Y así cada año, sin freno ni filtro,
el balcón se convierte en un bosque en conflicto.
Una sátira viva, colorida y salvaje,
que desafía al orden… ¡Y al tráfico en su calle!
¡Y que viva la alegría con pétalos y risas! 🌸😂 “¡Ja, ja, ja!”
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