Paseos de verano por el campo. 🌞

Un paseo por el campo de Navatejera en verano es como una caricia que te hace sentir vivo. Es un lienzo vibrante, pintado de intensos y brillantes colores que despiertan el alma: el dorado del sol que se derrama al atardecer sobre los campos de cereales, el azul profundo del cielo al mediodía, los colores vibrantes de las plantas que bailan al compás del viento…

Cada fragancia, cada roce de calor, constituye una invitación a visitar el campo, a sumergir los pies en la hierba fresca del prado bajo la sombra de un árbol, a cerrar los ojos y permitir que el mundo se desplace a través de los sentidos: a percibir el aroma de las plantas, el canto de los pájaros, ese coro incesante que vibra en el aire, libre y salvaje, a respirar el aire puro y fresco de la montaña… 

Respira hondo, deja que esos olores y otros muchos se aferren en el ahora, deja que te recuerden, que tu corazón aún palpita, que este instante es tuyo y de nadie más.

Flores silvestres. Navatejera, verano 2025.

 
El campo de Navatejera en verano, tiene un perfume que no se olvida tan fácilmente, una fragancia que se cuela en lo más profundo de la memoria y allí se queda aguardando como un tesoro para cuando los días se tornen fríos y oscuros. Ese aroma de los pinos, mezclado con la fragancia del tomillo y el romero, es un recordatorio de que la vida del campo, en su esencia, es fluir, es cambio constante.

El calor del verano no es solo una sensación, es un compañero que se posa sobre los hombros como una manta ligera de algodón, te envuelve y te ralentiza, a veces pesa algo, sí, pero también enseña. Ese calor te pide pausa, te susurra, que no corras, que descanses, que refresques tu garganta con el agua clara de la fuente, que mires el cielo, tan azul que parece infinito, tan vasto que disuelve las preocupaciones en su inmensidad. Mira las flores silvestres que se alzan valientes bajo el sol abrasador, como si dijeran: “aquí estamos, brillando a pesar de todo”. Ese calor, esa luz, son un espejo de nuestra propia resiliencia. Cuando sientas que el invierno te enfría el alma, recuerda ese calor, esa chispa que llevas dentro, y deja que te abrigue.

La fuente de agua clara.

Estas pequeñas cosas, tan simples, pero profundas, son un refugio donde las preocupaciones se diluyen y solo queda la certeza de que estás vivo, respirando, sintiendo… Prueba a dar un paseo por el campo en verano, nada pierdes, pero todo cambia si dejas que resuenen en lo más profundo de tu ser. Así que vive esta hermosa estación con los ojos bien abiertos y el corazón dispuesto para sentirlo todo. Deja que el azul del cielo te envuelva, que los colores de las plantas te fascinen, que los olores te llenen. Toca la corteza rugosa de un pino centenario, siente su historia bajo tus dedos, y cuando el frío llegue, cuando los días se acorten, recuerda esos paseos de verano.

La centenera, bajo la inmensidad de un cielo azul celeste. Navatejera, verano 2025.

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