¿Se puede querer un pueblo sin conocerlo?, ¿se puede conocer una tierra, si nadie te la enseña, si nadie te cuenta que forma parte de la herencia de los que te precedieron? Este blog es una oportunidad para conocer un poco mejor nuestra historia, nuestras costumbres y tradiciones, para no olvidar de donde venimos ni lo que fuimos, y por supuesto, para conocer nuestro entorno más natural, nuestra fauna y nuestra flora. En definitiva, para que puedas sentir el pueblo donde vives más tuyo.
Si sales a pasear estos días por el campo, es fácil que te acompañe el canto del escribano, Su canturreo en los días soleados de marzo y abril nos anuncia la llegada de la primavera.
El escribano, el gran tenor del campo de Navatejera en los meses de marzo y abril, es un pájaro muy cantarín, su trino es algo machacón, pero inconfundible que, desde lo alto de un majano, una alambrada o un arbusto, repite incansablemente.
Su plumaje no destaca precisamente por su colorido, pero su canto nos trae a la memoria los paisajes de campiña en los que los barbechos y sembrados dominan el paisaje del campo de Navatejera.
Unos prismáticos te ayudarán a disfrutar de su visión.
Mira el video de un agricultor en el campo de Navatejera preparando la tierra para la próxima campiña y como se aprovechan las cigüeñas que le acompañan para alimentarse de insectos y pequeños mamíferos que salen a la luz tras ser descubiertos por el efecto del arado. Abril 2025.
Sembrados y barbechos es el paisaje predominante en el campo de Navatejera. Abril 2025.
Este año 2025 ha sido generoso en lluvias, y se nota como el campo y especialmente los sembrados lo agradecen. Abril 2025.
Trigales en los campos de Navatejera. Ideal para anidar las codornices y alimentar a las torcaces después de ser cosechados.
Cualquiera que patee habitualmente los campos de Navatejera sabe (los cazadores, los primeros), que cada año que pasa hay menos codornices; que cada vez se ven menos tórtolas y, aunque las palomas torcaces y bravías les va mejor, ya no se forman tantos bandos como antes.
Mi experiencia y recuerdos acumulados durante muchos años de cazador por estos terrenos de Navatejera no son estadísticas, pero sí me atrevería a decir que en los últimos cincuenta años las codornices han caído más de un 95%, y las tórtolas otro tanto. Muchos cazadores discutirán las cifras, pero ninguno podrá negar que el declive de estas aves es constante.
El panorama no puede ser más desalentador: Cambios en los cultivos como el aumento de pesticidas y herbicidas, acortamiento de los ciclos del cereal, concentraciones parcelarias, desaparición de linderos, abandono de tierras de labor… todos factores que juegan en contra de la reproducción de estas aves.
Para más desgracias, este año 2023 ha sido un año de sequía severa. Las sequías prolongadas hacen disminuir la capacidad reproductora de las aves, al tiempo que agudizan la presión por depredadores. A la vista de lo cual, no creo que sea una propuesta radical ni anticazadora pedir un poco de sentido común y cerrar o postergar la «media veda» hasta que las poblaciones de codornices y tórtolas se recuperen.
Otra cosa bien distinta es abrir la «media veda» solamente para palomas torcaces y bravías que, aunque su número ha descendido, aún hay suficientes como para seguir cazándolas.
Hablar de caza en estos tiempos, es como sacudir un avispero; es seguro que por algún lado te van a picar.
La codorniz
A lo largo del mes de agosto se abre la llamada “media veda”, una temporada de caza reducida, variable en fechas y en duración por razones geográficas, y que, conejos aparte, afecta especialmente a codornices, palomas torcaces y palomas bravías (la tórtola permanece en veda absoluta), además de algunos córvidos. Especies unidas por un factor común, su acusado declive.
Cualquier observador que habitualmente patee los campos de Navatejera sabe (los cazadores, los primeros), que cada año que pasa hay menos codornices; que las tórtolas apenas se dejan ver; y aunque a las torcaces les va algo mejor, ya no se forman tantos bandos como antes.
La sensación y los recuerdos acumulados durante muchos años como cazador no son estadísticas, pero sí me atrevería a decir que en los últimos cincuenta años, las codornices han caído en los campos de Navatejera más de un 95%, y las tórtolas otro tanto, y dejo el cinco por ciento restante por si alguna de estas aves se desvió por causas meteorológicas o se desorientó y vino a parar a estas tierras. Muchos cazadores discutirán las cifras, pero ninguno podrá negar que el declive es constante.
El panorama es desolador. Codornices y palomas son especies ligadas a los agrosistemas, a los paisajes rurales, agrícolas y ganaderos, los paisajes que más cambios están sufriendo en los últimos tiempos: aumento del uso de herbicidas e insecticidas, cambios y acortamiento en los ciclos del cereal, concentración parcelaria, desaparición de linderos, transformación de secanos en regadíos, etc. Todos factores que juegan en contra de la reproducción de estas aves, que ya se encuentran muy por debajo de la tasa de reposición.
Este 2023 es un año además de sequía severa, tanto que en algunos cotos se ha optado por no abrir la “media veda”. Las sequías prolongadas hacen disminuir la capacidad reproductora de las aves, al tiempo que agudizan la presión por depredadores, a la vista de lo cual, no creo que sea una imprudencia ni una temeridad pedir un poco de sentido común y reducir, cerrar o postergar las “medias vedas” hasta que las poblaciones de codornices y tórtolas se recuperen. Esto para nada es anticaza.
Tórtola posada sobre una rama.
Pareja de torcaces posadas sobre una rama.
Mira este video: una tórtola atareada en buscar comida, ¿o está buscando material para preparar su nido?
Mira este otro video; una paloma torcaz buscando ramitas del suelo para hacer el nido.