El final del verano. 🌧🍃


Primeros soplos de aire fresco.

 Hay un momento, un breve instante justo al final del verano, en el que el aire parece contener el aliento para contarnos que los días estivales están llegando a su fin. Es un momento fugaz, apenas perceptible, que se siente en la piel. Un momento en el que sabemos que los días lluviosos amenazan con envolvernos de nuevo entre viejas memorias y nuevas nostalgias. Un momento en que la brisa fresca del atardecer nos susurra que nos esperan meses de recogimiento. Momentos en el que la vida parece dormirse en algún recóndito lugar para dejar paso a una retahíla infinita de tonos grises y fríos que nos encogen por dentro. Nuestro resplandeciente astro dorado se desvanece lentamente, sutilmente, llevándose con él algo de nosotros, como ese sentimiento de libertad que nos dan las horas extras de sol.

El final del verano, pues, es un duelo silencioso, sin lágrimas ni crueles despedidas, pero ahí está cuando recoges todo tu mundo veraniego en el fondo del armario, cuando te das cuenta de que cada vez los días son más cortos y las sombras más largas. Cuando el silencio comienza a inundarlo todo con su pesado manto. Cuando las terrazas se vacían, las risas se apagan y el buen humor se extingue. Cuando las vacaciones se acaban, dejando paso a las prisas, la ansiedad y el estrés. Porque el verano amigo lector, es mucho más que una bonita estación, es un modo de vida diferente al de otras estaciones del año. Es exprimir al límite cada momento, es atreverte a hacer cosas que nunca habías pensado hacer, a visitar lugares que nunca habías pensado visitar. Es vivir a tope, soñar al máximo, reír como nunca, disfrutar cada día de cada emoción, de cada espectáculo que la naturaleza nos ofrece…

El campo de Navatejera. Septiembre 2025.

Cierra los ojos y respira hondo. La brisa ya no es tan cálida ni los colores del campo son los mismos. Es la primera señal de la despedida, es el verano comenzando a desplegar sus alas para alcanzar el vuelo mientras te susurra al oído que no lo olvides, que guardes todos los buenos momentos que te regaló dentro de ti hasta el próximo año que volváis a encontraros, que recuerdes las risas, el calor y los colores de la naturaleza. Que guardes en tu memoria todas esas promesas que hiciste bajo la sombra protectora de algún árbol, para que el invierno, ese que ya se intuye en la lontananza, sea un poco más llevadero, porque el verano amigo lector no muere, solo se duerme esperando un nuevo renacer esperando ese día en que todo comience a despertar nuevamente.

Solo me queda despedirme de ti y decirte con algo de añoranza, hasta pronto querido verano, hasta que volvamos a abrazarnos de nuevo. Te echaré de menos cada día; echaré de menos tus largos y luminosos días, los calmados paseos al atardecer por el campo, el calor de tu sol sobre mi piel, la alegría que parece iluminar los rostros de la gente, el frescor de la hierba bajo mis pies, la fragancia de las flores, la explosión de colores y la intensa vegetación que inunda el campo. Echaré de menos las verdes hojas de los árboles, tu cielo azul inmenso, tu luz, tu color, tu magia, tu alegría… Echaré de menos todo lo que eres, todo lo que me has permitido vivir en el trascurso de tu efímero paso por mi vida.

Campo de Navatejera. Final del verano, septiembre 2025.

 


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