Las tierras por las que atraviesa El Camino La Vallina de Navatejera son tierras mayoritariamente de cultivos labradas entre suaves laderas y salpicadas por matas de robles y encinas, así como por cerros poblados de aulagas espinosas y terrenos baldíos donde crecen a su libre albedrío diferentes plantas silvestres, y como tales, quizás sean en parte responsables del carácter recio y parco de sus gentes, pero como todas las tierras, también tiene sus encantos, una belleza que hay que descubrir desde una mirada diferente a la que estamos acostumbrados.
Tierras en las que los aromas que se perciben de la paja húmeda y caliente tras una tormenta de verano se quedan atrapados para siempre en tu mente. Tierras que te regalan en primavera los colores de la roja amapola entre los verdes trigales, en verano las doradas rastrojeras recién cosechadas, en otoño lienzos naturales de belleza insólita de tonos cobrizos, ocres y bermejos, y en invierno… cuando el frío viento se ha llevado los últimos colores del otoño y ya ni las ranas croan ni cantan los grillos, la escarcha de las frías madrugadas llenan de brillantes destellos el campo, parece como si al caminar la magia flotara en el aire.
Tierras que hay que recorrer a pie y aprender a amar. Tierras con un pasado y tierras con un presente que luchan por alcanzar un futuro incierto al que también nosotros, aunque solo sea como senderistas que difunden sus encantos, podemos contribuir.
Una vista parcial de la Vallina de Navatejera desde “El camino La Vallina”. Mayo 2024. |
Esta topografía ondulante, interrumpida por matas de robles y encinas, sobresale por la generosidad de sus paisajes que varían constantemente con sus verdes campos en primavera, dorados en verano, ocres en otoño y blancos en invierno. Tierra espléndida en colores donde los pardos barbechos y las doradas rastrojeras del verano contrastan con la verde frescura y la alegre vegetación de primavera.
El camino “La Vallina” de Navatejera comienza su andadura en la intersección con el camino "La Fontanilla", unos doscientos metros a la derecha, antes de llegar a la fuente, y finaliza a la altura del Cementerio Municipal, aproximadamente seis kilómetros de recorrido entre ida y vuelta.
Recomendable para dar un breve paseo por el campo, experimentar un ambiente acogedor, respirar aire puro y fresco de la montaña, recrear la vista con los colores de las flores y el olfato con los aromas de las plantas silvestres, o avistar aves rapaces en vuelo de observación. En definitiva, para liberar nuestra mente del estrés cotidiano y de la rutina diaria a la vez que ejercitamos nuestras piernas entumecidas por el sedentarismo propio de nuestros días.
Una vista panorámica de La Vallina de Navatejera. Mayo 2024. |
El tomillar. |
Las amapolas destacan por su característico tono rojo escarlata que a partir de mediados de mayo empiezan a expandirse con fuerza entre los trigales junto con otras plantas. |
Si algo tiene de singular la primavera, es el milagro que obra cada año el despertar de la naturaleza para vestir los campos de un color y una luz especial. En Navatejera, el campo experimenta una auténtica explosión en torno a los colores como el rojo escarlata de las amapolas, rompiendo los trigales antes de que las espigas estén listas para ser cosechadas, el color púrpura violáceo de los tomillares, el amarillo del añil, o el blanco de la rabaniza, por citar algunos.
En este mes de mayo, el camino La Vallina se hace acompañar por numerosas plantas silvestres y sembrados en todo su recorrido. |
El camino La Vallina transcurre entre el arroyo Valdecisneros y el arroyo La Huerga, y serpentea por tierras de cultivos, barbechos, cerros, pinares y suaves laderas salpicadas de matas de robles y encinas centenarias.
En sus orillas, una sinfonía de coloridas flores silvestres acompañan y alegran la vista del senderista en todo su trayecto.
Vista parcial de la Vallina desde el camino. |
La herradurina. |
“La Roseta”. |
Otra planta que está entre mis favoritas cada primavera es la “La Roseta”. Es una pequeña planta herbácea que crece en nuestro campo junto a caminos y pastizales. Su floración comienza a partir del mes de mayo y dura hasta bien entrado el verano.
“La roseta”, también conocida como “clavel silvestre”, es comestible de gusto amargo. Sus flores amarillas, hojas y tallo se utilizan en algunos lugares como condimento de ensaladas, caldos y fritos, y por supuesto también como planta de decoración.
“El lino azul silvestre”. |
El lino azul, también conocido como “linaza”, es otra de mis favoritas. En nuestro campo asoma muy tímidamente, siempre en segunda línea, pero si caminas con atención es imposible que pasen desapercibidas sus flores, ya que a veces cogen cierta altura, como si quisieran llamar la atención para mostrarnos sus encantadoras flores.
Es una planta herbácea con una corola de cinco pétalos de color azul. Crece de forma silvestre durante los meses de mayo, junio y julio, y lo hace entre matorral bajo y terrenos baldíos, bien soleados y con buen drenaje. Esta planta es utilizada como planta ornamental gracias a su bella flor y fácil germinación.
Las gramíneas en comunidad con otras plantas. |
Las gramíneas siguen avanzando por los campos de Navatejera, atrayendo la luz y dejándose mecer suavemente por el viento. Siempre creciendo junto a otras plantas de tonos amarillos, blancos, rojos o violetas, realzando su belleza y convirtiéndose en sus fieles compañeras.
“La hierba palo” es una gramínea muy común de ver en las márgenes de caminos y campos abandonados de Navatejera, a menudo formando extensas comunidades con otras plantas como margaritas, claveles y amapolas. Su floración está muy ramificada con varias ramas que salen del mismo punto, cada rama soporta muchas y pequeñas espiguillas que cuelgan un poco.
La “Azulina” es una planta herbácea de poca altura y siempre creciendo entre tomillares y cascajo producido por escorrentía, pero situada en primera línea, sin esconderse, para capturar bien la luz… y tu mirada.
Comienza su floración en mayo con una preciosa corola en forma de rueda y cinco pétalos de color azul.
La Jara Blanca, más conocida con el sobrenombre de “romerina blanca”, ha sido de siempre una de mis plantas preferidas y una de las más representativas de nuestra flora. Es una planta que se caracteriza por el aromático olor a resina que desprende y por la forma de crecer, formando a veces corros compactos que en ocasiones llegan a cubrir gran parte del terreno.
Su corola tiene cinco pétalos de color blanco y una cápsula central amarilla que la da un aspecto muy parecido a las margaritas y que produce gran cantidad de polen que atraen a muchos insectos como las abejas que producen miel de jara.
Esta planta crece y prolifera en ambientes típicos de encinas, pinares y robledales como el nuestro.
Existen otras muchas plantas que proliferan este mes de mayo en nuestro campo, pero sería imposible por no decir imposible identificar a todas, incluso por un experto.
Contraste de luces y sombras en otoño. |
La magia del invierno. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario