«Los Pinos del Secretario» Un lugar para pensar y recrear la vista con los animales salvajes que viven y se reproducen aquí. |
De entre los pinos se escapa un fuerte y vigoroso olor de resinas entremezclado con aromas de tomillo y romero que embriaga los pulmones y ensancha dulcemente el corazón de plácida alegría.
Corre el mes de julio y el calor aprieta de firme. En estos días largos y calurosos de verano, qué mejor sitio para resguardarse del sol abrasador que a la sombra de estos pinos centenarios. El frescor y la brisa que proporcionan te relajan y te olvidas de las preocupaciones cotidianas que todos tenemos. Aquí se aprende a reflexionar despacio bajo el peso de los recuerdos.
El grito penetrante de una ardilla despierta mi curiosidad. Me levanto de mi asiento sin meter ruido para no molestarla, pero al descubrirme se oculta cuidadosamente de mi vista mientras trepa hacia la copa del pino, sacando de vez en cuando la cabecita para ver mis intenciones.
Desde el mismo pinar veo a las torcaces cruzar veloces el cielo limpio de la mañana en busca de los comederos y bebederos, mientras un par de milanos dibujan círculos concéntricos bajo la bóveda azul celeste planeando al unísono con las alas abiertas aprovechando el suave céfiro.
Los corzos encamados en el frescor de la hierba verde, al verse sorprendidos, permanecen unos instantes en una especie de inmovilidad plástica, cuál si tuvieran conciencia del efecto que producen. Con los ojos chispeantes y el cuello en alto, huyen dando preciosos saltos mostrando su rosetón blanco.
Margaritas en primavera a los pies de los «Pinos del Secretario» al fondo. |
Estos pinos centenarios llegan a medir hasta treinta metros de altura. |
Algunos pinos no fueron capaces de soportar los fuertes vientos de hace unos años. |
Los pinos «Del Secretario» de Navatejera, es un lugar ideal para pasar cualquier día del año recreándose con el entorno, especialmente en primavera. |
A las doce del mediodía se oyen las codornices cantar ¡Paz-pa-lá!… ¡Paz-pa-lá! Esas deliciosas avecillas que llegaron a estas tierras con energías misteriosa en busca de un clima dulce y cosechas abundantes; grano, agua, hierba y frescura, pero que cada vez llegan menos porque ya no encuentran lo que ellas necesitan. Estas aves, que aún viven con el calendario antiguo, sufren ahora las prisas de los tiempos modernos, se acostumbraron a criar aquí cuando los cereales crecían más lentos y las labores de recolección empezaban más tarde. Los cereales de crecimiento rápido y las cosechadoras modernas las han cogido desprevenidas y la siega temprana ha trasformado sus vidas. Ahora prefieren quedarse en sus sitios de origen en África y sacar adelante sus polladas sin contratiempos.
Pocos cambios hay en la naturaleza tan convulsos como la cosecha de un campo de cereal. De un momento para otro, lo que era un bosque impenetrable de espigas, oculto y umbrío, de repente se convierte en un descampado desnudo, abrasado por el sol. Las aves como la codorniz, que confiaron en la protección en un sitio sin apenas puntos de referencia que guiaran a los depredadores, ven de súbito como sus nidos quedan expuestos a todos los peligros y son desahuciadas.
Son estas aves auténticas supervivientes, y aun así nos saludan ¡Paz-pa-lá!… ¡Paz-pa-lá!
Posdata
El abandono paulatino del medio rural y sus formas de vida, están condicionando un radical cambio en los paisajes tradicionales de Navatejera. Los campos, sin labor ni pastoreo, están dando paso a una naturaleza pródiga que empieza a cobrar lo que le fue arrebatado durante años, tierras antes de trigo y viñedos, van paulatinamente cubriéndose de matorral bajo; tomillos, piornos y urces que en primavera generan una impresionante riqueza cromática y paisajística. Vuelven a aparecer los robles y encinas que una vez fueron talados para obtener tierras de cultivo y pastos.
Es el ciclo de la vida que el hombre sigue empeñado en seguir jugando un destacado papel con el entorno, llenando los campos de escombreras, botes de cerveza y botellas de plástico vacías, creando circuitos artificiales con motos y bicicletas todoterreno, sin reparar que los animales salvajes que viven aquí necesitan tranquilidad mientras construyen sus nidos y crían a su prole.
Como llegar a los «Pinos del Secretario» de Navatejera en este enlace de Google Maps
La codorniz |
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